martes, 17 de febrero de 2009

BENEDICTO XVI INVITA A REDESCUBRIR EL SACRAMENTO DE LA CONFESIÓN


Ofrece una especie de resurrección interior .

(ZENIT.org).- Como le sucedió al leproso de Galilea curado por Jesús, el sacramento de la confesión ofrece hoy al creyente la purificación interior, una especie de resurrección espiritual, asegura Benedicto XVI.
El pontífice pidió redescubrir el valor del sacramento de la reconciliación en la alocución que dirigió a los miles de peregrinos congregados este domingo a mediodía en la plaza de San Pedro para rezar la oración mariana del Ángelus.
En su intervención, pronunciada desde la ventana de su estudio, el Santo Padre meditó sobre el pasaje evangélico de la liturgia de este domingo, en el que se presenta cómo Jesús curó milagrosamente a un leproso, enfermedad que para los israelitas no sólo era física, sino que ante todo representaba la impureza espiritual.
El enfermo "tenía que ser alejado de la comunidad y quedarse fuera de los poblados", recordó el pontífice.
Por este motivo, indicó, "la lepra constituía una especie de muerte religiosa y civil, y su curación una especie de resurrección".
De este modo, "en la lepra es posible entrever el símbolo del pecado, que es la verdadera impureza del corazón, capaz de alejarnos de Dios. La enfermedad física de la lepra no nos separa de Él, como preveían las antiguas normas, sino la culpa, el mal espiritual y moral", subrayó.
"Los pecados que cometemos nos alejan de Dios y, si no se confiesan humildemente confiando en la misericordia divina, llegan a producir la muerte del alma. Este milagro reviste, por tanto, un intenso significado simbólico", siguió aclarando.
Jesús, recordó, como había profetizado Isaías, "es el Siervo del Señor, quien 'cargó con nuestras dolencias y soportó nuestros dolores'".
"Con su pasión, se convertirá como en un leproso impuro por nuestros pecados, separado de Dios: todo esto lo hará por amor, con el objetivo de alcanzarnos la reconciliación, el perdón y la salvación".
"En el Sacramento de la Penitencia Cristo crucificado y resucitado, a través de sus ministros, nos purifica con su misericordia infinita, nos restituye la comunión con el Padre celestial y, con los hermanos, nos ofrece el don de su amor, de su alegría y de su paz".
El Papa concluyó su intervención invitando a los creyentes a "recurrir frecuentemente a su sacramento de la confesión, el sacramento del perdón, que hoy debe ser descubierto aún más en su valor y en su importancia para nuestra vida cristiana".


Editado por: Edelweis