jueves, 30 de julio de 2009

LOS CAMINOS DE CRISTO



Elige un santo que te represente, con el que te sientas especialmente identificado, y ámalo. Conócelo, aprende sobre su vida, pídele su intercesión ante Dios.
Todos tenemos dentro una fuerza que nos lleva a Dios. Pero esa fuerza, misteriosa y poderosa, toca nuestras almas en los lugares donde más provecho se puede obtener para beneficio de nuestra propia salvación, creando el camino que nos abre a la gracia y a la luz. ¿Existe entonces un sólo camino para llegar a Jesús?. Si, y no. Si, porque el camino del amor es el único sendero que nos lleva al Reino. Angosto y empinado, ondulante y lleno de dificultades, pero luminoso y claro para quienes buscan hacer la Voluntad del Creador. Y también no, porque cada uno de nosotros tiene una esencia que le indica distintos modos de manifestar su espiritualidad.

De este modo vemos claramente que existen distintos tipos de espiritualidad, distintos modos de manifestar nuestro deseo de hacer la Voluntad de Dios. ¿Dónde podemos ver claramente manifestadas estas distintas espiritualidades, en su plena diversidad?. ¡En la vida de los santos!.
La espiritualidad de los que se aproximaron a la perfección que Dios nos pide, nuestros amados santos, se muestra variada e iridiscente. Como una joya que brilla en sus diversas tonalidades, pero siempre hermoso a los ojos de Dios. Rubíes, diamantes, amatistas, esmeraldas, zafiros. Todas estas distintas formas de manifestar la gloria de Dios nos muestran los caminos que se nos ofrecen como ejemplo a imitar. ¿Quién puede decir que el Padre Pío (¡San Pío!), o que Santa Rita, o Santa Teresita, o San Francisco, o el Santo Cura de Ars, o San Pablo son idénticos?. No lo son, y sin embargo todos ellos son hermosos y fascinantes a los ojos de los que los admiran en su santidad. Algunos impetuosos y llenos de fuerza evangelizadora, otros humildes y pequeños en su entrega a Dios, unos buenos y caritativos hasta el infinito, otros abnegados y entregados en su sufrimiento a los dolores que Dios les dio como misión de vida. Todos tienen puntos de comparación con algún aspecto de la vida de Cristo, pero ninguno es tan perfecto como el propio Hijo de Dios lo fue en Su vida de Hombre-Dios.
De este modo, podemos ver que las distintas espiritualidades que los santos nos han enseñado y nos enseñan (porque santos han habido siempre y los hay en nuestro tiempo), son espejos en los que cada uno de nosotros se puede buscar. Es muy importante encontrar cual es la espiritualidad que mejor se adapta a los dones que Dios nos ha dado, a la esencia de nuestra alma. Y si podemos amar al santo que representa esa espiritualidad, tendremos un punto de apoyo y un mapa que facilitará nuestro crecimiento en la fe y el amor. Ese santo representará la meta que debemos buscar, como camino de llegada a Cristo. Pero también es importante comprender y respetar la existencia de otras espiritualidades, otras formas de santidad que conviven en armonía en la gracia de Dios.

El Señor se adapta a nosotros, porque Su Amor es infinito. El es el amor, y en su inmensa caridad se amolda a nuestras necesidades y debilidades. Porque nuestras fortalezas (nuestras virtudes naturales) también acarrean nuestras debilidades. Si tuviéramos un balance perfecto entre todas las virtudes Divinas, seríamos como Cristo. Pero sólo El puede lograrlo.

Elige un santo que te represente, con el que te sientas especialmente identificado, y ámalo. Conócelo, aprende sobre su vida, pídele su intercesión ante Dios, no te apartes de el. Dios lo ha enviado para ayudarte y socorrerte cuando la tempestad del mundo te sacuda como una hoja en el viento. El es tu ancla, tu brújula y tu vela. Deja que su viento te lleve a tierras de paz espiritual y amor fraterno. Si lo haces bien, te encontrarás en el Reino con todas las demás espiritualidades, con todos los santos que han llegado a merecer contemplar la Luz del Rostro de Dios.
Edita: Edelweiss

miércoles, 29 de julio de 2009

EL CONSEJO DE CRISTO A MARTA


La invita a tomarse la vida de otra forma, a respirar, a vivir serenamente, a preocuparse más de las cosas del espíritu.

Yendo Jesús de camino, pasó por un pueblo. Parece que Jesús siempre va de paso, pero siempre va por algo, siempre nos enseña algo.
En ese pueblo una mujer llamada Marta lo acoge en su casa. Mientras ella trajina para atender lo mejor posible a aquel huésped tan ilustre, una hermana suya, llamada María, se coloca a los pies de Cristo para escucharle.
Marta se impacienta y le reclama a Cristo la tranquilidad de su hermana. Cristo aprovecha aquella situación para decirle a Marta con enorme cariño que en la vida realmente sólo hay una cosa importante y que María ha elegido lo mejor. La confianza que trasmite esta escena indica que la amistad de Cristo con aquellas hermanas era total.
El Señor debió pasar muchos momentos con aquellos hermanos. Después nos contará el Evangelio que realizará con Lázaro uno de los milagros más grandes de los que realizó. En esta escena podemos descubrir cómo la vida humana tiene un sentido y cuál es realmente ese sentido. ¿Cuál es el sentido de la vida humana? Es ésta una pregunta que todos nos hacemos cuando vemos que no podemos lograr todo lo que queremos, cuando vemos que muere una persona en el inicio mismo de su vida, cuando contemplamos el sufrimiento de tantos seres humanos por culpa del egoísmo de los hombres, cuando vemos la desesperación de tantas personas ante el sufrimiento propio o de un ser querido. Y la realidad es que no podemos aceptar que todo se reduzca a nacer, vivir si es que se puede llamar vivir a muchas vidas, para terminar en la nada.
El ser humano debe tener un fin más allá de las cosas que hace o que ve. Marta representa para nosotros una forma de vivir. "Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola". Impresiona el cariño de Jesús por aquella mujer que se desvivía por atenderle y procurarle bienestar.
El hecho de repetir dos veces su nombre es señal de cariño, de ternura y de reconocimiento a su labor. Pero Jesús quiere prevenirla contra un gran escollo de la vida: el vivir sin más, el irse tragando los días sin ver en el horizonte, el hacer muchas cosas, pero no preocuparse de lo más importante. Marta es el símbolo de una humanidad que ha dado prioridad al hacer o al tener sobre el ser, a la eficacia sobre lo importante, a la inmanencia sobre la trascendencia.
Marta somos cada uno de nosotros cuando en el día al día decimos: "No tengo tiempo para rezar". "No tengo tiempo para formarme". "No tengo tiempo para pensar". "No tengo tiempo para Dios". Basta asomarse a la calle y a las casas para ver cuánto se hace, cómo se corre, cómo se vive.
Pareciera que estamos construyendo la ciudad terrena o que hubiera que terminar cada día algo que mañana hay que volver a empezar. El consejo de Cristo a Marta, santa después al fin y al cabo, está lleno de afecto, de afecto del bueno.
La invita a tomarse la vida de otra forma, a respirar, a vivir serenamente, a preocuparse más de las cosas del espíritu. Ahí va a encontrar la paz y la tranquilidad. Le enseña a construir el presente mirando a la eternidad, pues así aprenderá el verdadero valor de las cosas.
Sin duda, Marta aprendió aquella lección y, sin dejar de ser la mujer activa y dinámica que era, en adelante su corazón se aficionó más a lo verdaderamente importante. Marta, por medio de Cristo, había comprendido que la vida tiene un sentido, que el fin del hombre está por encima de las cosas cotidianas.


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martes, 28 de julio de 2009

SANTA ALFONSA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN (ANA) MUTTATHUPADATHU


Religiosa Clarisa de la India

Primera Santa de la India
Martirologio Romano: En la ciudad de Bharananganam, en Kérala, en la India, beata Alfonsa de la Inmaculada Concepción (Ana) Muttathupadathu, virgen, que, para evitar que la obligasen a casarse, metió el pie en el fuego, y admitida en las Clarisas Malabarenses, vivió casi continuamente enferma ofreciendo su vida a Dios (1946).

La Beata Alfonsa, católica de rito siro-malabar, religiosa profesa de la congregación de las Franciscanas Clarisas de Kerala, es la primera mujer de la India que ha sido beatificada. El tiempo de su vida religiosa fue un sucederse de enfermedades y sufrimientos, que ella afrontaba gozosa y serena a la luz del misterio pascual, confortada en la contemplación de la muerte y resurrección de Jesucristo.

Alfonsa de la Inmaculada, en el siglo Ana Muttathupadam, nació el 19 de agosto de 1910 en Kudamaloor (Kerala, India); fue bautizada 8 días después y se le impuso el nombre de Ana; fue educada en el contexto socio-religioso de las familias católicas de rito siro-malabar. Después de los estudios elementales y medios pidió, en 1928, ingresar en el instituto de las Franciscanas Clarisas; vistió el hábito religioso el 19 de mayo de 1931; emitió la profesión simple en 1932 y la perpetua el 12 de agosto de 1936.

El período de 1930 a 1936 estuvo caracterizado por graves enfermedades y sufrimientos morales. A partir de 1936 y hasta su muerte, acaecida en 1946, sor Alfonsa no pudo ejercer por largo tiempo ninguna tarea debido a las continuas enfermedades. Durante un año enseñó en Vakakkadu, pero la tuberculosis que padecía desde hacía años le impidió seguir enseñando. Desde 1939 fue un subseguirse de enfermedades dolorosas. Un tumor extendido por todo el organismo transformó su último año de vida en una continua agonía. Murió serenamente el 28 de julio de 1946 en Bharananganam.

Su lema fue: consumarse como una vela para iluminar a los demás. Daba un gran valor al sufrimiento, viéndolo a la luz del misterio pascual, es decir, de la muerte y de la resurrección de Cristo. Si bien esta actitud espiritual se afinó y elevó con el tiempo, sin embargo la tenía ya en el período de su primera juventud, cosa que afirma un familiar suyo y también un médico pagano brahmán que, después de haber visitado a sor Alfonsa, manifestó a un amigo su gran admiración y asombro por la serenidad y el gozo con los que la religiosa soportaba los grandes sufrimientos causados por el tumor extendido por todo su cuerpo. La explicación de esta actitud alegre ante el dolor nos la da una compañera suya: «Pasión, sacrificio, amor de Dios y del prójimo, son éstos los elementos que deben santificar la vida; y éste es el mensaje que sor Alfonsa lanza al mundo moderno, a la Iglesia y a la patria».
Mons. Sebastián Valloppilly, obispo de Tellicherry (India), que conoció muy bien a la Sierva de Dios, percibió el valor incalculable, actual y eclesial del mensaje de sor Alfonsa para el mundo actual: el dolor no es un mal, las pruebas y dificultades de la vida, aceptadas y sufridas con gozo por amor de Dios, son causa de méritos, y para adquirirlos no es necesario realizar acciones extraordinarias que llamen la atención: las cruces diarias, abrazadas con gozo por amor de Dios, exaltan la vida cristiana y nos permiten adquirir grandes méritos. Sor Alfonsa, durante su breve vida, no hizo grandes y extraordinarias acciones desde el punto de vista humano, pero su mensaje es fácilmente perceptible en India: el mismo Ghandi enseñó el valor del sufrimiento; sor Alfonsa, además, imprimió a esta enseñanza la luz sobrenatural del Evangelio.

El mensaje de sor Alfonsa se dirige al mundo entero, pero de forma particular a los sacerdotes, religiosos y almas consagradas, por quienes se ofreció como víctima.
Es notable el hecho de que esta heroína de las virtudes es honrada no sólo por católicos, sino también por brahmanes y mahometanos, que visitan su tumba e invocan su intercesión: este modo de practicar el ecumenismo comenzó inmediatamente después de la muerte de la Sierva de Dios (1946) y sigue también hoy creciendo progresivamente.
La congregación de las Franciscanas Clarisas de Kerala fue fundada hacia 1870; trabaja especialmente con los pobres, enfermos, ancianos y abandonados. Tiene 9 provincias, 300 casas y más de 4.000 religiosas: 2.000 actúan en Kerala y otras tantas trabajan en las misiones del Norte de India, donde cada provincia tiene misiones propias.
Fue beatificada el 8 de febrero de 1986 por S.S. Juan Pablo II y canonizada el 12 de octubre de 2008 por S.S. Benedicto XVI.

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EUROPA/ESPAÑA – ENCUENTRO EUROPEO DE JÓVENES FRANCISCANOS EN SANTIAGO DE COMPOSTELA.



Del 9 al 15 de agosto de 2009 segundo European Franciscan Meeting en Santiago de Compostela




Se está preparando en España la segunda cita europea de jóvenes franciscanos que se desarrollará en Santiago de Compostela del 9 al 15 de agosto de 2009, y tiene como 'centro propulsor' la tumba del apóstol Santiago, dónde también fue S. Francisco en su tiempo como peregrino.
El segundo 'European Franciscan Meeting' será un Mitin abierto a jóvenes europeos - organizado por los Frailes menores (Ufme) - que tiene como objetivo redescubrir las raíces franciscanas de nuestro continente y testimoniar juntos la alegría de haber encontrado a Cristo y a Francisco. En la carta de invitación a los jóvenes de José Rodríguez Carballo, Ministro General ofm pide a los jóvenes "vivir la fe con la misma radicalidad de Francisco. El Mundo de hoy - continúa la invitación del ministro general - necesita cristianos coherentes. Y os invito a participar de pleno en el Euro Meeting 2009 y en sus preparativos, que sigo con mucho interés, para que todos los jóvenes de Europa puedan compartir la alegría de ser hermanos y conocer a Cristo a través de vuestra fraternidad”.
Una cita juvenil que se propone pues el redescubrimiento de las raíces culturales de Europa a través del carisma franciscano, muy interesante también para conocer más a fondo el camino de Santiago de Compostela, lugar de antiguas y profundas raíces cristianas. El 9 de agosto, a la llegada de los participantes, dará la bienvenida a los jóvenes el Obispo de León, Mons. Julián Barrios el cual se pondrá en camino en esta experiencia. El día 15 de agosto, al final del encuentro será por el contrario, el ministro general Carballo quien celebrará la Solemnidad de la Asunción de Maria, en la Catedral de Santiago de Compuestos ella. (D.V)
/// Información del Europea Franciscan Meeting: http://www.santiago2009.es/

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lunes, 27 de julio de 2009

BEATA MARÍA MAGDALENA MARTINENGO, CLARISA CAPUCHINA


Nació en la ciudad italiana de Brescia en 1687. Desde muy niña se vio inclinada a la devoción y a la mortificación y mostró un gran deseo de "imitar todo lo que habían hecho los santos".

A los 18 años, ingresó en el convento capuchino de Santa María de las Nieves de su ciudad natal. En 1706 hizo su profesión. Tres veces fue maestra de novicias y, durante algún tiempo, desempeñó el humilde cargo de portera.
En 1732 y en 1736, fue elegida superiora. Dios premió su desinteresado amor con experiencias místicas extraordinarias y con el don de milagros.
La beata profesaba particular devoción a la coronación de espinas y, después de su muerte, se descubrió que llevaba bajo el velo, alrededor de la cabeza, una rejilla de puntas aceradas.
María Magdalena supo unir a las mortificaciones, el cumplimiento de sus deberes de maestra y superiora, el amor al silencio y una gran mansedumbre en la conversación.
Su muerte ocurrió en 1737, cuando tenía 50 años de edad. Fue beatificada en 1900.




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