domingo, 21 de octubre de 2012

  • El lema “Misioneros de la fe” se sitúa en el centro de la Cruz. En ella Jesucristo entregó su vida. De ella nace el don de la fe que como gracia reciben los bautizados. Mirar la cruz suscita la súplica de los apóstoles: “Auméntanos la fe” (Lc 17,5).
  • Al pie de la Cruz están unas manos abiertas mostrando el mundo. Es la humanidad, diseminada por los cinco continentes, que está llamada a acercarse a la Cruz. Se pretende hacer más visible gráficamente la intrínseca unidad de la humanidad con el Redentor.
  • Son las manos de los misioneros, que presentan, con sus vidas, a la humanidad, para que sea bendecida con el don de la fe que brota de la Cruz salvadora.

jueves, 4 de octubre de 2012

SAN FRANCISCO DE ASÍS, 4 DE OCTUBRE

San Francisco nació el 1182 en Asís, aunque Dante quería llamarla Oriente, pues allí nació para el mundo un sol. Era hijo de Pedro Bernardone y de Mona Pica. Hasta los 24 años llevó una vida muy disipada.

Cayó enfermo y decidió cambiar. Pronto lo olvidó. Entró un día en San Damián, y una voz de Cristo le decía: «Francisco, repara mi Iglesia, que, como ves, amenaza ruina». Y se puso a reparar aque...
la iglesia.

Su padre lo recoge y lo encierra en casa. Francisco tira por la ventana los paños de su padre, que lo arrastra ante el obispo para castigarle. Francisco dijo: «En adelante sólo diré, Padre Nuestro que estás en los cielos, no padre Bernardone, pues le devuelvo dinero y vestidos». Y se marchó.

Su vocación se le aclaró en la fiesta de San Matías. A1 oír en el Evangelio que los servidores de Cristo no debían poseer oro ni plata, ni alforja, ni calzado ni dos túnicas, exclamó, según Celano: «Esto es lo que yo buscaba y lo que quiero cumplir». Y se decidió a seguir en todo al pie de la letra el Evangelio y los pasos de Nuestro Señor. Le siguieron discípulos. Y una noble doncella, Clara. Clara de nombre y clara por sus obras. Este es el mensaje de Francisco: Reproducir en todo la vida de Jesús, vivir su pobreza, imitar sus pasos y doctrinas. «El mismo Dios me reveló, dice su Testamento, que debía vivir según la norma del Santo Evangelio».

Según las Florecillas, Cristo quiso renovar su vida y pasión en Francisco. Francisco eligió doce compañeros como Jesús, y al morir mandó traer unos panes, los bendijo y repartió. Dicen que Mona Pica lo dio a luz en una cueva. Comenzó en Greccio la devoción del «Pesebre». Recibió las llagas. Fue predicador ambulante. Peregrinó a Tierra Santa. Y a Santiago de Compostela.

Tuvo gran amor a la Virgen, amor que extendió a todos los hombres. Mimaba a los enfermos y besaba a los leprosos. Sólo al hermano Mosca no lo quiso admitir, porque «ni oraba ni trabajaba y vivía como un zángano».

Ampliaba el amor a los animales y les hablaba con cariño, incluso al lobo de Gubbio. Si pudiera, el día de Navidad repartiría trigo para todos. En el Cántico del Sol llama hermanos a todas las criaturas.

Vivía y recomendaba la oración prolongada, la obediencia, la hospitalidad, la alegría -¡la perfecta alegría!-, la humildad, hasta el punto de no querer pasar de diácono. Era enemigo de discutir: «¡Señor, hazme instrumento de tu paz!» Amaba sobre todo a la santísima pobreza, la Dama Pobreza. Pide al Papa en Roma les conceda llevar ese género de vida.

«Casi ciego ya por la mucha penitencia y continuo llorar», vio que le llegaba la muerte. «Sea bienvenida mi hermana la muerte», exclamó. Pidió que le leyeran el Evangelio de la Pasión y que Fray Ángel y Fray León le cantaran la estrofa de la hermana muerte, y se durmió en el Señor. Murió en la Porciúncula, el 4 de octubre de 1226, a los 44 años de edad, mirando a Asís.

Fue canonizado dos años después en Asís por Gregorio IX. Dos años más tarde fueron trasladados sus restos a su Basílica, tan hermosamente decorada por los frescos del Giotto. Dieron un rodeo, pasaron por San Damián, y ante las rejas abrieron el féretro para que Santa Clara, su más preciosa plantita, contemplara su cuerpo, fresco como el de un niño.

San Francisco trajo al mundo una nueva primavera. El pueblo le llamó «el Cristo de la Edad Media». Lope de Vega lo apellida «Lugarteniente de Cristo». Isabel la Católica lo invocaba como «Alférez de Cristo, padre mío y muy amado y especial abogado». San Francisco es una figura irrepetible.

domingo, 30 de septiembre de 2012

durante los días 2 ,3 y 4 de Octubre de 2012, a la 7.00 de la tarde, se celebrará -como todos los años-, el Tríduo en honor de San Francisco de Asís.

Organizan: la orden franciscana seglar y las hermanas pobres de santa clara.
el día 3 despues de la de la eucaristía, tendrá lugar la celebración del tránsito de nuestro Padre San Francisco.

El día 4 festividad de Santo, se dará a besar su reliquia.

los cultos estarán a cargo de:

FR. MANUEL MUÑOZ GARCÍA 

invitamos a todas aquellas personas que quieran acompañarnos...

Monasterio de Santa Clara en Zafra (badajoz)

viernes, 14 de septiembre de 2012

EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ



Evangelio: Jn 3, 13-17 Pues nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del Hombre. Igual que Moisés levantó la serpiente en el desierto, así debe ser levantado el Hijo del Hombre, para que todo el que crea tenga vida eterna en él. Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Pues Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.





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viernes, 10 de agosto de 2012

"VE SEGURA, ALMA MÍA"... (Sta. Clara de Asís)





Santa Clara de Asís, se siente peregrina y extranjera en este mundo... ¿Qué es ser peregrina y forastera en este tierra, sino ponerse en camino para un viaje, símbolo de la condición terrena, imagen de un destino? Peregrin@ es el que está de paso...
Clara, al llegar al término de su peregrinación en la tierra, anima a su alma para que deje este mundo, poniendo toda su confianza en Aquel que la creó, la amó, la guardó y la santificó. Está segura de ello; es su Creador quien ha trazado para ella ese largo camino hasta Él... Por eso, bendice a su Salvador por la vida que le ha dado para poder ahora devolvérsela...




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martes, 24 de julio de 2012

ENCUENTRO DE LAS "HERMANAS POBRES DE SANTA CLARA" CON LE MINIOSTRO GENERAL DE LA ORDEN DE HERMANOS MENORES FR.. JOSÉ RODRÍGUEZ CARBALLO












Alrededor de 200 hermanas clarisas de los distintos monasterios de la Federación Bética se dieron cita, el pasado domingo, 22 de julio, en el Santuario de Loreto para la Clausura del VIII Centenario de la Consagración de Santa Clara. En la tarde del día anterior, llegaba, procedente de Roma, el Ministro general, Fr. José Rodríguez Carballo, al que acompañaba Fr. Joaquín Domínguez Serna, Ministro provincial. Tarde y noche apacible en la Fraternidad de Loreto, con Sor Rosario Sánchez, Madre Presidenta, Sor Mª Jesús Flores, Secretaria de la Federación, Fr. Manuel Tahoces, Asistente de las hermanas, cerrando los mil detalles para que la jornada del domingo fuese un auténtico acontecimiento para la Federación y la Provincia.
Desde las 9 de la mañana comenzaron a llegar las hermanas, Loreto se fue llenando de la alegría propia de aquellas que se sienten en su casa. La presencia del sucesor de San Francisco y el encuentro gozoso con otras hermanas hacían que el aire caluroso del Aljarafe fuese más tenue y llevadero.

Sor Mª de la Cruz Paniagua, Madre Presidenta de la Federación Bética de las Concepcionistas Franciscanas, la Secretaria de la Federación, Sor Mª José, hermanos capuchinos, y un grupo de frailes de la Provincia de las Fraternidades de San Buenaventura, Palmete, Córdoba y el alcalde de Espartinas aguardaban el momento para saludar al Ministro general.













domingo, 22 de julio de 2012

"LOADO SEAS, MI SEÑOR"





"LOADO SEAS, MI SEÑOR, POR NUESTRA HERMANA CLARA, QUE, JOVEN, RICA Y NOBLE, SE ABRAZÓ POR TU AMOR A LA POBREZA SANTA"...



"LOADO SEAS, MI SEÑOR, POR SU FUGA AMOROSA EN LA NOCHE ESTRELLADA, POR EL DESPOJO ALEGRE DE SU CABELLERA, Y POR SU VIRGINAL OFRENDA ENAMORADA..."


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"EL ES NUESTRA PAZ:






Pues que es Cristo el pan que llevamos para el camino, y que él solo es el mensaje que hemos de anunciar, con él a solas nos hemos de quedar, “para descansar un poco”, nos dice él, para conocerle de cerca, nos pide el corazón.
Fíjate en lo que dice: “Venid a descansar un poco”. Un día, una mujer de Samaría lo encontró, cansado y sediento, sentado junto al pozo de Jacob. A la mujer, aquel sediento le ofreció de beber. Y a todos, agotado del camino y crucificado, nos ofrecerá alivio y descanso.
Hoy, en la eucaristía, nos retiramos con él, nos sentamos junto a él, escuchamos su palabra, gozamos de su presencia.
Él es hoy el pan de nuestra mesa, aquí te entrega su vida y te invita a entrar en su descanso.
Tu Señor es tu pastor, el que te conduce hacia fuentes tranquilas, el que repara tus fuerzas. Con él nada temes, pues su sola presencia te sosiega.
Te han unido a él los lazos de tu necesidad. Lo han unido a ti los lazos de su bondad y su misericordia.
Por eso, al que es tu pastor, lo llamas también ‘mi paz’ y, por la fe, has hecho en él tu morada: ¡Mi pastor, mi paz, la casa donde habito por años sin término!



+ Fr. Santiago Agrelo Martínez

Arzobispo de Tánger...






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domingo, 15 de julio de 2012

DOMINGO XV DEL TIEMPO ORDENARIO (B)



Bastón, sandalias y Cristo:

El equipamiento está reducido a lo esencial, un bastón y sandalias, lo necesario para ir, conforme al mandato recibido, de pueblo en pueblo, predicando la conversión y la venida del Reino de Dios.
Se nos dice que, a sus discípulos, Jesús les dio autoridad sobre los espíritus inmundos. En virtud de esa autoridad, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.
A los que encargó que no llevasen para el camino pan ni alforjas ni dinero, les encargó que, a los excluidos, les llevasen la misericordia de Dios y la salvación que de Dios esperaban.
Los discípulos del Resucitado, esos que no han de llevar pan para su propia necesidad, han de llevar, para los que tienen hambre y sed de la justicia, el Pan que ha bajado del cielo, y, para los que creen, han de llevar como bendición los bienes que, en la persona de Cristo, el Padre les ha ofrecido, pues en Cristo hemos sido elegidos, en Cristo hemos sido destinados a ser hijos de Dios, por Cristo hemos recibido la redención, el perdón de los pecados, con Cristo hemos heredado la gloria del cielo.
La pobreza del mensajero es condición indispensable para que brille la gracia del que lo envía.
Bastón, sandalias y un derroche de gracia; bastón, sandalias y una bendición que encierra toda clase de bienes espirituales y celestiales; bastón, sandalias y Cristo: eso es lo que el discípulo ha de llevar por los caminos del evangelio.
Feliz domingo.


+ Fr. Santiago Agrelo Martínez

Arzobispo de Tánger




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domingo, 17 de junio de 2012

CLARA DE ASÍS Y LA EUCARISTÍA


Clara ha aprendido a orar escuchando en silencio la Palabra que se hace carne en nosotros. La Palabra encarnada en el Pan de la Vida, lo único que realmente podemos contemplar de la verdadera imagen de Jesús, entregado por nosotros.


Clara, a fuerza de mirar, adorar, se ha dejado seducir, ha descubierto una Persona real con quien ha entablado un diálogo de amor, de cercanía, de amistad, de intimidad esponsal.

Y desde ese diálogo, se ha dejado transformar en lo que han contemplado sus ojos, hasta convertirse en otro Cristo para sus hermanas, para el mundo...



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NO TEMAS


“No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el Reino”. Son palabras de Jesús a sus discípulos, a los de ayer y a los de hoy. Entonces y ahora los discípulos se inquietan por la vida, por el cuerpo, por el futuro, por la propia debilidad, por el poder del mundo que los amenaza. Para ellos, entonces y ahora son una evidencia las razones del temor, y son misterio los motivos de la esperanza.


“No temas, pequeño rebaño”, aunque camines por cañadas oscuras, no temas aunque sientas como un puñal en las entrañas la prueba de la fe. No temas verte semejante a tu Maestro y Señor en su hora, en su noche; no temas verte despreciado como él, ultrajado, ensuciado, perseguido, crucificado.


No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el Reino”. El Padre lo ha escondido en tu oscuridad, lo ha sembrado en ti, y aunque el sembrador duerma de noche, la semilla germina y va creciendo, y tu tierra, ella sola, va produciendo la cosecha que el Espíritu de Dios madura en ti para la siega.




Escuchando y creyendo comulgas la palabra de Dios, escuchando y creyendo comulgas el cuerpo de Cristo, el grano de mostaza, la más pequeña de las semillas, el Reino que se te da, para que Cristo crezca en ti, para que tú crezcas en él, para que seáis uno, para que en Cristo y en ti puedan encontrar cobijo los pobres de la tierra.



“No temas, pequeño rebaño”.



Feliz domingo.


Fr. Santiago Agrelo

Arzobispo de Tánger




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lunes, 11 de junio de 2012

CLARA DE ASIS INTERCEDE POR SUS HERMANAS Y POR SU CIUDAD




Es el icono tan conocido de Clara con la custodia en la mano.



En su tiempo no era habitual exponer al señor en la custodia, sino que estaba en un cofrecito escondido en el sagrario.

En un momento de peligro tanto para las hermanas, como después para la Ciudad de Asís, Clara realiza un gesto, para nosotros tal vez de "película". No llama a na...die, no se angustia, no pierde los nervios. tranquilament...Y manda a todas las hermanas que oren. Ella, se dirige a Aquel que la ama hasta el extremo. Ora a su Señor para que librere a sus hermanas y a la ciudad del inminente peligro. Y con fe firme, toma el cofrecito en sus manos y lo alza como un estandarte. Escucha una voz: "Yo seré siempre vuestra custodia".


Es Aquel en quien cree, a quien ama. Aquel con quien mantiene una relación viva, real. Él es el Alguien que actúa verdaderamente cuando se tiene fe, "al menos como un grano de mostaza". (Leg. Cl. 21-23)






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domingo, 20 de mayo de 2012

TÚ ERES UN DIOS ESCONDIDO


La Ascensión del Señor a los cielos es para la Iglesia motivo de alegría, de alabanza, de eucaristía, pues la victoria que celebramos de Cristo es ya nuestra victoria, y la gloria que en él contemplamos es la misma que nosotros esperamos alcanzar.
Entra en el misterio que celebras, Iglesia enaltecida con tu Señor; entra y admira la consumación admirable de la gracia de la encarnación: El que vino del cielo hasta ti para buscarte, vuelve al cielo contigo después de hallarte.
Cuando de tu Señor y Pastor dices que ‘vino hasta ti’, no hablas sólo del lugar donde te habías extraviado, sino de la mísera condición en que te hallabas; y cuando dices de él que ‘vuelve al cielo contigo’, confiesas que tu condición ha sido asumida en la suya y elevada con él hasta Dios.
Por la encarnación, la Palabra que vino a buscarte, ocultó su condición divina en la condición humana. Por su ascensión, el Resucitado que se sentó a la derecha de Dios en el cielo, ocultó la condición humana en su condición divina. El amor que a él lo despojó de su rango, a ti te revistió de su gloria.
Si contemplas a Cristo sentado a la derecha de Dios en el cielo, te reconoces elevada, enaltecida, glorificada con él. Si te fijas en tu pequeñez, no dejas de ver a tu Señor que está siempre contigo.
Si la palabra proclamada evoca hechos del pasado, el sacramento que la cumple te une a Cristo resucitado, de modo que, comulgando, vives lo que admiras en la fe, pues tú, aunque pobre, unida a Cristo, subes enaltecida con él a la gloria, y él, aunque glorificado, unido a ti, se queda contigo en tu pobreza.
Que todos aclamen contigo, que todos vengan a tu fiesta, pues para todos abrió el camino del cielo el que a todos redimió porque a todos amó: “Pueblos todos, batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo. Dios asciende entre aclamaciones, el Señor al son de trompetas”.
Admira revelada hoy a los discípulos la gloria de Dios oculta en el anonadamiento de Jesús de Nazaret, en la humildad de la Eucaristía, en la pequeñez de tu vida, en el sufrimiento de los pobres.
Si la fe no deja de ver, nunca la esperanza dejará de ir y evangelizar para que todos vean, nunca el amor dejará de agradecer, nunca los labios dejarán de aclamar.
Feliz ascensión con Cristo hasta Dios, hasta los pobres.

+ Fr. Santiago Agrelo Martínez


Arzobispo de Tanger




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domingo, 15 de abril de 2012

DOMINGO DE LA "DIVINA MISERICORDIA"




Justo en este domingo de Pascua la Iglesia nos invita a celebrar la misericordia del Padre. ¿ O no es un acto de misericordia, para convertirse en un don, el acontecimiento de la Resurrección? La misericordia de Dios Padre resucitó a Jesucristo y nos resucitará también a nosotros.


El día de hoy nos hace reflexionar también sobre nuestra FE. ¿Cómo robustecerla? Buscando al Señor... Búscalo en la Palabra que acoge y edifica; búscalo en el signo sacramental; búscalo en el hermano; en tu familia; en tu comunidad; búscalo en ti y entra en profundo diálogo de amor con Él.


Sin olvidar que la fe sin obras de misericordia es una fe muerta.


Así describe la fe el teólogo: " Sin la fe, la pena se desgarra y llora; sin la fe, el dolor sus amarguras vierte; sin la fe, el sepulcro con furor devora. Pero aspirando mi luz, el alma es fuerte; la pena se hace amor; la noche, aurora; la tumba, claridad; faro, la muerte.


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sábado, 10 de marzo de 2012

APRENDIENDO A DESEAR







¡Qué deseables son tus moradas, Señor de los ejércitos! Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor, mi corazón y mi carne retozan por el Dios vivo. Hasta el gorrión ha encontrado una casa; la golondrina, un nido donde colocar sus polluelos; tus altares, Señor de los ejércitos, Rey mío y Dios mío”. La Iglesia ha escogido estas palabras para que acompañen tu paso e iluminen tu corazón mientras te acercas a pedir el Cuerpo de Cristo.


Aprende con el salmista a desear el encuentro gozoso con el Dios vivo.


“¡Qué deseables son tus moradas!” Entra en la morada del Altísimo, camina con tus hermanos hasta el altar de Dios, camina hacia Cristo: Él es la imagen visible del Dios invisible; en él habita la plenitud de la divinidad.


“¡Qué deseables son tus moradas!” Entra en Cristo, y habrás entrado en la casa de la Vida, en la casa del Pan, en la casa de la Paz, en la casa de Dios.

“¡Qué deseables son tus moradas!” Entra en Cristo, y habrás entrado con el Hijo de Dios en el abismo de amor de la Trinidad Santísima.


No envidies al gorrión; imítalo, y haz de Cristo tu casa. No envidies a la golondrina; imítala, y pon en Cristo el nido donde colocar tus polluelos.


Por eso caminas, por eso comulgas, porque deseas entrar en Cristo para que todo tu ser, tu corazón y tu carne retocen por el Dios vivo.


Comulgas, y recibes con Cristo la ley perfecta que es descanso del alma, el mandato que te alegra el corazón, la norma que ilumina toda tu vida.


Comulgas, y recibes con Cristo la fuerza de Dios, la sabiduría de Dios, la vida de Dios.
Comulgas, y recibes con Cristo a la Iglesia y a los pobres que son su cuerpo.


“¡Qué deseables son tus moradas, Señor de los ejércitos, Rey mío y Dios mío!”: Tus pobres, tu Iglesia, tu Hijo.


Feliz domingo.



+ Fr. Santiago AgreloArzobispo de Tánger.




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sábado, 4 de febrero de 2012

Evangelizar



Jesús nos enseña un camino privilegiado para la evangelización: el servicio. Se acercó hasta casa de Pedro y, donde existía la enfermedad, con su cercanía y con su mano lo convirtió en salud. No hay verdadera evangelización sin servicio hacia los demás. ¿Cómo es tu servicio? ¿Grande o pequeño? ¿Por minutos o sin horario? Dime cuánto sirves, como sirves y desde dónde sirves y te diré si tu evangelización es auténtica o tal vez demasiado acomodada.
Preocupados por nuestro bienestar (tal vez hemos vivido por encima de nuestras posibilidades), colapsados por la crisis tan aguda que estamos padeciendo (fruto también de la falta de ética y de moral cristianas) podemos caer en el riesgo de despreocuparnos por los demás. De decir aquello de “sálvese quien pueda”. Como cristianos, cuando nuestra sociedad está haciendo aguas en tantos aspectos, estamos llamados a pregonar que, la salvación, está en Dios, a salir al encuentro de aquel que se halla en horas bajas, al paso de aquellas personas a las que hemos de servir con una simple sonrisa, un rostro afable y unas manos abiertas símbolo de nuestra unión con Dios, de la grandeza que llevamos dentro y de nuestro gran amor al Evangelio.
No lo tenemos fácil. El intento de silenciar a Dios arrinconándolo en la sacristía, la bravura del laicismo, la moda del ateismo, la blasfemia del hombre en pensar que es dueño absoluto de todo, lo racional contrapuesto a la fe o a quiebra de nuestra arquitectura moral occidental…..se convierten, entre otros muchas, en dificultades añadidas a nuestro apostolado. Que nuestro coraje, tenacidad, entusiasmo, esperanza, alegría, valentía y libertad sean el antídoto mejor para situarnos frente a ellas.




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domingo, 22 de enero de 2012

"VEN Y SÍGUEME"



Las lecturas de este Domingo presentan el tema de la vocación. Nuestro término “vocación” viene de la palabra latina vocare, que significa llamar. Así pues, cuando hablamos de vocación, hemos de entender que Dios llama a alguien, a seguir un camino específico, a cumplir una determinada misión en el mundo.

En la primera lectura nos encontramos ante el relato de la vocación del profeta Samuel, a quien Dios reiteradamente llama por su nombre mientras duerme. Al principio, el joven Samuel piensa que el llamado procede del anciano sacerdote Elí, a cuyo servicio se encontraba. Acude a él reiteradamente. Elí comprende que el llamado que ha escuchado proviene de Dios y le sugiere responder al escuchar pronunciar nuevamente su nombre: «Habla, Señor, que tu siervo escucha» (1 Sam 3, 10). Al llamado de Dios Samuel responde disponiéndose a hacer lo que Dios le pida, realizando sus designios en su propia vida para beneficio de su pueblo: «el Señor llamó a Samuel y él respondió: “Aquí estoy”» (1Sam 3, 4).

También el salmo responsorial habla de la respuesta del llamado a la voz y a los designios de Dios: «Aquí estoy —como está escrito en el libro— para hacer tu voluntad.» (Sal 39, 8-9) En este caso se trata del Mesías, anunciado por Dios en los libros proféticos y que llegada la plenitud de los tiempos (ver Gál 4,4) se convirtió en realidad histórica con la Encarnación del Verbo divino en el seno inmaculado de la Virgen María. A quien Dios llama es a su propio Hijo, a quien encomienda llevar a cabo sus designios reconciliadores en el mundo. Al llamado del Padre Él responde con obediencia ejemplar: «Tú no quieres sacrificios ni ofrendas… entonces yo digo: “aquí estoy… para hacer tu voluntad”».

Es a este Mesías al que andan buscando dos jóvenes inquietos (Evangelio). Estos jóvenes encarnan la esperanza del pueblo elegido. En efecto, Israel esperaba al Mesías prometido por Dios, lo buscaba con mayor celo especialmente desde que Juan Bautista había empezado a predicar a orillas del Jordán: «Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos». El Bautista, de quien estos dos jóvenes eran discípulos, no sólo había anunciado la inminente llegada del Mesías, sino que lo señaló ya presente en la persona de Jesús de Nazaret, quien había ido al Jordán para ser bautizado por él: «Éste es el Cordero de Dios».

Cordero en arameo se dice talya y se usa tanto para designar al cordero como también al siervo (ver Is 53,7). Con esta designación el Bautista da a entender que Jesús es no sólo el cordero pascual cuyo sacrificio y sangre derramada librará al mundo del peso del pecado y del poder de la muerte (ver Éx 12,1 ss), sino que también es el siervo de Dios por excelencia, tal como lo presenta Isaías en los “cánticos del siervo” (ver Is 42; 49; 50,4ss; 52,13-53).

Al escuchar a Juan pronunciarse así sobre Jesús, aquellos dos discípulos se fueron tras Él. El Señor volviéndose les pregunta: «¿Qué buscan?» Ésta es la traducción exacta del griego, cuyo verbo zeteo —utilizado por el evangelista— significa buscar algo, con un matiz de intensidad. El Señor, que conoce los corazones, sabe que lo que mueve a estos dos jóvenes a seguirle es un intenso anhelo de encontrar al Mesías prometido de Dios, a Aquél a quien el Bautista no venía sino a preparar el camino.

Los sorprendidos jóvenes parecen no responder a la pregunta del Señor y le preguntan: «¿Donde vives?» ¿No podemos descubrir en ello una velada intención y petición para que los lleve a su casa, es decir, para que los acoja en su intimidad, para que les hable de Él, de su doctrina, de su mensaje, de su modo de vida? Aquel “dónde vives” no es una manera de evadir la pregunta del Señor ni una mera curiosidad acerca del lugar físico en el que moraba el Señor, sino que equivale más bien a un “muéstranos quien eres, pues queremos saber si tú eres el Mesías, Aquel a quien estamos buscando”.

«Vengan y lo verán», responde el Señor, es decir, “vengan conmigo y les mostraré quién Soy yo”.

El encuentro de aquella tarde debió ser realmente fascinante, muy intenso, pues el impacto que causó en aquellos hombres fue tremendo. Por eso luego del encuentro lo primero que hacen aquellos jóvenes es ir a buscar a Pedro, hermano de uno de ellos, de Andrés, para compartirle su descubrimiento: «¡Hemos encontrado al Mesías!» Haber encontrado a Aquel a quien andaban buscando, haber encontrado a quien era el motivo de sus esperanzas y expectativas, llena sus corazones de un inmenso júbilo que necesita difundirse y compartirse con otros. De allí brota el deseo espontáneo de querer llevar también a otros al encuentro con Aquel a quien ellos han “hallado”, Aquel que responde a las búsquedas más profundas de todo ser humano: «lo llevó a Jesús.»

Aquél sería el primer encuentro memorable de Andrés, Juan y Pedro con el Señor. Mencionamos a Juan porque si bien el evangelista no dice el nombre de aquel otro joven que andaba con Andrés aquél día, lo más probable es que se trate de él mismo. Son ellos, junto con los demás Apóstoles, quienes escucharán más adelante aquél llamado del Señor, aquel “ven y sígueme” al que también ellos, venciendo sus propios temores y dejándolo todo, responderán con un firme y decidido “aquí estoy, Señor; te seguiré a donde vayas; envíame a donde quieras, a anunciar tu Evangelio”.


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sábado, 14 de enero de 2012

¿DÓNDE VIVES?




“Al día siguiente, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: «Éste es el Cordero de Dios»”. La revelación inicial llega a aquellos discípulos a través de la voz de un testigo. También nosotros la hemos recibido de esa manera. Para ellos el testigo fue Juan. Para nosotros lo fueron una madre, un catequista, un maestro, un sacerdote, un amigo.
Como aquellos discípulos, también nosotros empezamos desde entonces a seguir a Jesús. Hoy es para nosotros la pregunta que Jesús les hizo a ellos: “¿Qué buscáis?” Y hacemos nuestra la pregunta que ellos hicieron a Jesús: “Maestro, ¿Dónde vives?” Él nos dirá: “Venid y veréis”.
No es tiempo de cumplir con obligaciones dominicales: es hora de seguir “al Cordero de Dios”, es hora de “ir y ver dónde vive”.
Habrás observado que el evangelio dice que los discípulos “fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día”; pero no dice dónde vive Jesús. Si queremos saberlo, hemos de ir y ver, hemos de recorrer personalmente el camino que lleva, no a una dirección postal, sino al corazón del misterio de Dios. Si vas, verás dónde vive Jesús y permanecerás con él.
“El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, vendremos a él y haremos morada en él”. Si sigues a Jesús por el camino del amor y de la obediencia a su palabra, verás dónde mora: ¡Él, con el Padre, habita en ti!
“Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor”. Jesús, el Cordero de Dios, el Siervo obediente al mandato de Dios, habita en el amor del Padre.
En la Eucaristía escuchas la palabra del Señor. Si la acoges para guardarla, se te revelará dónde él habita y te quedarás con él, pues guardando la palabra en tu corazón, allí habrás acogido a tu Señor.
Hoy le recibes, comulgas con él, lo llevas contigo a tu vida. Y ya no te atreves a preguntar: “Maestro, ¿dónde vives?”, porque la fe de la comunidad te va diciendo: ¡Vive en ti!
Que Cristo viva en ti, que tú vivas en él, es sólo cuestión de fe y de amor.
Feliz domingo.

Fr. Santiago Agrelo Martínez
Arzobispo de Tánger







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domingo, 8 de enero de 2012

BAUTISMO DEL SEÑOR



No siempre lo recordamos: hemos nacido del agua. Naturalmente, nos referimos al agua del bautismo, que nos hace renacer como nuevas criaturas en Cristo. Los Padres han enseñado que, descendiendo a las aguas del río Jordán, Jesús ha santificado el agua, haciendo de ella el veehículo de su redención. Por esto, cuando somos lavados con elagua tocada por el Señor, nacemos a la verdadera vida: somos regenerados por el agua.
Pero no basta cualquier agua, el agua en cuanto tal. San Ambrosio lo recuerda claramente: «El agua, sin la predicación de la Cruz del Señor, no sirve de nada para la salvación. Pero cuando es consagrada por el misterio de la Cruz que salva, entonces está dispuesta para servir de baño espiritual y como copa de salvación [...] Poresto el sacerdote pronuncia sobre la fuente [bautismal] una fórmula de exaltación de la Cruz del Señor y el agua se hace dulce para conferir la gracia. [...] Ser purificado instantáneamente [del pecado] no es obra del agua, sino de la gracia» (Los misterios, 12-19).
El Bautismo de Jesús en el Jordán inaugura el Bautismo sacramental de los hijos de Dios. El agua es poderosa fuente de vida, porque está transformada por el misterio de la Cruz. Hemos nacido, por tanto, del agua y de la Cruz. Este es el mensaje de la segunda lectura de hoy, en la cual San Juan dice de Cristo: “Este es el que vino por el agua y la sangre, Jesucristo; no solo con agua, sino con agua ysangre”.
Jesús baja al Jordán no para ser purificado, sino para purificar y para manifestar su descenso del Cielo a este mundo, por nosotros pecadores. Él se ha hecho obediente hasta el descendimiento más ínfimo, hasta el vaciamiento (kenosi) de su dignidad: hasta la muerte de Cruz. Es de este sacrificio que Él llena el agua; agua que, discurriendo hasta nosotros, nos trae su Cruz y nos renueva por los méritos de su Pasión.
El Bautismo de Jesús nos recuerda, por tanto, el valor de nuestro Bautismo y cuánto le ha costado a Nuestro Señor. Él nos ha adquirido a gran precio. En consecuencia, la vida del bautizado no puede ser una vida “sólo agua”, una vida líquida: debe ser una vida agua y sangre, alegría y dolor, resurrección, ciertamente, pero alcanzada a través de la Cruz.
Contemplando a Jesús que desciende al Jordán, pidamos la gracia de saber acoger también nosotros nuestro destino de Cruz, para que nuestro renacer como hijos de Dios llegue al cumplimiento último en la gloria celestial, que solamente es accesible a aquellos que eligen -junto a Jesús y gracias Él- vivir con amor su pequeña kenosi.




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