¡Por orden del César Augusto, todo el mundo deberá empadronarse en su ciudad de origen! – Así lo gritaba un soldado por la calle .
María y José se miraron pensativos. Ella estaba en el noveno mes de su embarazo y Belén, la Ciudad de David, a 140 kilómetros. El rostro de José se ensombreció de pena por su esposa; tal vez no soportaría el largo viaje; tal vez diera a luz en el camino.
Viaje a Belén
Caminan en el corazón del invierno. El animal sortea con cuidado el mal sendero. Les acompañan la lluvia, el frío y el barro, aunque no parece molestar a María que lleva el rostro encendido, ni a José que, de vez en cuando, levanta su mirada sonriente hacia Ella, recordándole las palabras del Ángel: “Alégrate, María, que el Señor está contigo”.
Esperando al Mesías
Un día más el sol desapareció tras las montañas. En Belén se hizo la oscuridad. José pidió un lugar para pasar la noche; pero no hubo sitio para ellos en la posada: “Vino a los suyos y los suyos no le recibieron”. María trata de tranquilizar a su esposo:
-- José, no te preocupes. Vamos a un lugar solitario.
-- Tienes razón María. Mira, aquí, en esta cueva. Siéntate; encenderé un poco de fuego.
A la luz de la llama, la Virgen se ha puesto en oración. Junto a Ella, de rodillas, José vela y reza: “Y cuando todo guardaba un profundo silencio, al llegar la noche al centro de su carrera, Tu Omnipotente Palabra, Señor, bajó de su solio real.”
Nace el Salvador
Sucedió que estando allí, le llegó a María la hora del parto; y dio a luz a su Hijo primogénito; y lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, por no haber sitio para ellos en el mesón.
-- José, mira al Niño.
-- ¡Dios mío!, ¡qué maravilla! Es él, ¡EL MESIAS, EL SEÑOR!... adorémosle.
José con lágrimas en los ojos acerca a María las ropitas que va sacando de la alforja… Noche de DIOS… Noche de PAZ. “Hoy nos ha descendido del Cielo la Paz verdadera.”
El anuncio del Ángel
Había unos pastores por aquellos contornos que dormían al raso y vigilaban por turno su ganado durante la noche. De improviso un Ángel del Señor se les presentó y la gloria de Dios los rodeó de luz y se llenaron de un gran temor. El Ángel les dijo:
-- No temáis, pues vengo a anunciaros una gran alegría que lo será para todo el pueblo: Hoy os ha nacido en la ciudad de David, el Salvador que es el Mesías del Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis a un NIÑO envuelto en pañales y reclinado en un pesebre.
De pronto, apareció junto al Ángel una muchedumbre de la milicia celestial que alababa a Dios diciendo: ¡GLORIA A DIOS EN EL CIELO Y PAZ A LOS HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD!
La adoración de los pastores
Fueron corriendo los pastores y encontraron a María, a José y al Niño acostado en un pesebre; y viéndole, contaron lo que se les había dicho acerca del Niño. Y cuantos lo oían se maravillaban de lo que decían los pastores. María guardaba todo esto en su corazón.