viernes, 26 de diciembre de 2008

DOMINGO 28 DE DICIEMBRE: FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA

Misa en la plaza de Colón-Madrid

El Cardenal Arzobispo de Madrid ha enviado, a todos los párrocos, rectores de iglesias, dirigentes de asociaciones y movimientos apostólicos, directores de colegios y centros de enseñanza, instituciones de la vida consagrada y a todos los laicos, la siguiente carta:
“La fiesta de la Sagrada Familia nos invita a todos, en el marco de la Navidad, a dar gracias a Dios porque ha querido que su Hijo Jesucristo viviera en el seno de una familia y fuera modelo para todos nosotros en las relaciones familiares. Celebrar la Familia, como gracia de Dios, es uno de los gozos más grandes de la Navidad.

La familia es gracia de Dios porque Cristo la ha santificado con su presencia y ha hecho de ella el lugar donde crecía en edad, sabiduría y gracia ante Dios y los hombres. Para los cristianos, este acontecimiento nos invita a hacer de nuestras familias lugares de la gracia de Dios donde todos, a ejemplo de Cristo, vivamos el proceso de la santificación y ofrezcamos al mundo entero el testimonio atractivo del vivir en Cristo.
Por esta razón, queremos celebrar la fiesta de la Sagrada Familia con una Eucaristía en la Plaza de Colón, a las 12 horas del día 28 de diciembre, Fiesta de la Sagrada Familia, a la que precederá el rezo del Ángelus del Santo Padre en Roma, en el que se dirigirá a nosotros con palabras de aliento y bendición.
Deseo invitar a toda la comunidad diocesana a esta celebración festiva de la fe, especialmente a las familias. También participarán familias venidas de otras partes de España, acompañadas de sus respectivos obispos, que se unirán a nosotros en la misma fe y en la misma comunión eucarística manifestando que todos formamos la única familia de los hijos de Dios. Acontecimientos como éstos nos exigen esforzarnos un poco más de lo habitual.
La comunión exige salir de los propios intereses y comodidades para manifestar que somos un único pueblo de Dios y Cuerpo de Cristo. Por ello, que nadie se sienta indiferente ante esta llamada que os dirijo como obispo de Madrid.
Invito a los jóvenes y niños a ofrecer el testimonio de su alegría y juventud en Cristo. De esta manera se hará patente que Cristo sigue vivo en cada uno de nosotros y en la totalidad de la Iglesia. Os espero con ilusión.
Os animo vivamente a la participación y bendigo ya desde ahora todo vuestro esfuerzo para que este día la Familia de Nazaret brille por su gozosa actualidad en cada una de nuestras propias familias. Con mi afecto y bendición”
+ Antonio María Rouco Varela Cardenal-Arzobispo de Madrid

Edita: Edelweiss






jueves, 25 de diciembre de 2008

ASÍ FUE LA PRIMERA NAVIDAD




El Edicto del César

¡Por orden del César Augusto, todo el mundo deberá empadronarse en su ciudad de origen! – Así lo gritaba un soldado por la calle .

María y José se miraron pensativos. Ella estaba en el noveno mes de su embarazo y Belén, la Ciudad de David, a 140 kilómetros. El rostro de José se ensombreció de pena por su esposa; tal vez no soportaría el largo viaje; tal vez diera a luz en el camino.

Viaje a Belén
Caminan en el corazón del invierno. El animal sortea con cuidado el mal sendero. Les acompañan la lluvia, el frío y el barro, aunque no parece molestar a María que lleva el rostro encendido, ni a José que, de vez en cuando, levanta su mirada sonriente hacia Ella, recordándole las palabras del Ángel: “Alégrate, María, que el Señor está contigo”.

Esperando al Mesías
Un día más el sol desapareció tras las montañas. En Belén se hizo la oscuridad. José pidió un lugar para pasar la noche; pero no hubo sitio para ellos en la posada: “Vino a los suyos y los suyos no le recibieron”. María trata de tranquilizar a su esposo:

-- José, no te preocupes. Vamos a un lugar solitario.
-- Tienes razón María. Mira, aquí, en esta cueva. Siéntate; encenderé un poco de fuego.

A la luz de la llama, la Virgen se ha puesto en oración. Junto a Ella, de rodillas, José vela y reza: “Y cuando todo guardaba un profundo silencio, al llegar la noche al centro de su carrera, Tu Omnipotente Palabra, Señor, bajó de su solio real.”

Nace el Salvador
Sucedió que estando allí, le llegó a María la hora del parto; y dio a luz a su Hijo primogénito; y lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, por no haber sitio para ellos en el mesón.

-- José, mira al Niño.
-- ¡Dios mío!, ¡qué maravilla! Es él, ¡EL MESIAS, EL SEÑOR!... adorémosle.

José con lágrimas en los ojos acerca a María las ropitas que va sacando de la alforja… Noche de DIOS… Noche de PAZ. “Hoy nos ha descendido del Cielo la Paz verdadera.”

El anuncio del Ángel
Había unos pastores por aquellos contornos que dormían al raso y vigilaban por turno su ganado durante la noche. De improviso un Ángel del Señor se les presentó y la gloria de Dios los rodeó de luz y se llenaron de un gran temor. El Ángel les dijo:

-- No temáis, pues vengo a anunciaros una gran alegría que lo será para todo el pueblo: Hoy os ha nacido en la ciudad de David, el Salvador que es el Mesías del Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis a un NIÑO envuelto en pañales y reclinado en un pesebre.
De pronto, apareció junto al Ángel una muchedumbre de la milicia celestial que alababa a Dios diciendo: ¡GLORIA A DIOS EN EL CIELO Y PAZ A LOS HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD!

La adoración de los pastores
Fueron corriendo los pastores y encontraron a María, a José y al Niño acostado en un pesebre; y viéndole, contaron lo que se les había dicho acerca del Niño. Y cuantos lo oían se maravillaban de lo que decían los pastores. María guardaba todo esto en su corazón.

Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían visto y oído, según lo que les había dicho.

Edita: Edelweiss