jueves, 1 de julio de 2010

ALEGRE EXPERIENCIA POR LOS CAMINOS DE FRANCISCO Y CLARA DE ASÍS


Las Hermanas Pobres de Santa Clara (Hermanas Clarisas), nos estamos preparando para celebrar en el año 2012 el 8º Centenario de nuestros “orígenes”.

Con este motivo, las Federaciones de hermanas Clarisas de España, han programado en Asís “Cursillos de Formación”, o bien, “peregrinaciones”, a fin de que las Hermanas puedan “visitar” y “conocer” los lugares franciscanos y “beber” de las fuentes de nuestro “Carisma” allí donde Francisco y Clara comenzaron su “Obra”.

El día 24 de Mayo, 50 Hermanas Clarisas, acompañadas por un hermano franciscano de nuestra Provincia, volábamos rumbo a la “Ciudad eterna”... El avión subía y subía y nuestro corazones latían con fuerza... A medida que perdíamos de vista la tierra, ganándole altura a las nubes, nos parecía que estábamos más cerca del cielo, casi le tocábamos con la mano... En dos horas, pisábamos suelo italiano.

Permanecimos en Roma dos días, visitando las basílicas y los lugares más destacados para todo católico: Basílica de San Pedro, San Pablo Extramuros, las Catacumbas de San Calixto, las Tumbas de los Papas; la visita a la Curia general de los Hermanos Franciscanos OFM... etc.

En todos estos lugares dimos gracias a Dios por el don de la “FE”, que gratuitamente ha querido regalarnos; por la fortaleza de los mártires, ellos han sido fieles seguidores del Señor, y no han escatimado sus vidas para ser testigos del Evangelio.

Después de estos días partimos para Asís... A medida que nos íbamos acercando a la Umbría, nuestros ojos se refrescaban con el inmenso “verdor” de aquellos parajes.

Al llegar a Asís, la ciudad parecía un Belén, colgada del “Subasio”, destacándose en primer lugar el “Sacro Convento” de San Francisco con sus monumentales “ARCOS”, y más allá, hacia la derecha y al lado de la muralla, la torre del “Proto-Monasterio” de las Hermanas Pobres de Santa Clara.

¿Qué decir ante este panorama? De nuestras mentes, de nuestros corazones y de nuestros labios, sólo salían dos palabras: ¡Francisco!... ¡Clara!... Nos parecía una “visión”.

Al entrar en la Ciudad, sobre coge un halo de “misticismo”..., el ambiente “huele” y muy profundo a estos dos personajes tan queridos...

Postradas ante la Tumba de Francisco y ante el cuerpo de Clara, es difícil expresar los sentimientos que bullen en nuetro interior. A nuestras mentes acuden nuestra “Fraternidades” de España..., cada una de las Hermanas que han quedado en nuestros Monasterios, aquellas personas que quieres y que nos pidieron que orásemos por ellas...
Ante Clara, oramos, cantamos, lloramos de emoción..., deseando con toda el alma el seguir “transmitiendo la antorcha” que ella nos dejó... de mantener vivo el ideal y ser fieles a nuestra misión “fraterna y contemplativa” dentro de la Iglesia.

Las hermanas del Protomonasterio nos recibieron y acompañaron a ver a el “cuerpo” de Nuestra Madre y a la pequeña capillita donde estuvo enterrado San Francisco los cinco primeros años, hasta que se lo llevaron a la Basílica de San Francisco”. Sólo vimos a tres hermanas, muy dulces y atentas, explicándonos todo al detalle. Al final llegó la Madre Abadesa (Damiana). Una mujer jóven, dulce y tierna en su hablar y en su expresión cariñosa con todas nosotras. Me pareció estar delante de la mismísima Santa Clara.

Fue impresionante al llegar al Monasterio de San Damián. Nos sentimos en “nuestra propia casa”... Estábamos en lo que fue nuestra Cuna... Pisar aquellos “claustros” y aquel pequeño Coro que aún “huele a Clara” y donde ella rompió el vaso de alabastro de su cuerpo para que su perfume fuera sólo para su Amado durante cuarenta y dos años... Todo nos hablaba de Clara y sus primeras hermanas...

No fue menos emocionante, los lugares donde Francisco se retiraba para encontrarse a solas con el Señor... Lugares “pobres” “abruptos”, casi de pánico, pero de una belleza “agresiva”, con una vegetación exuberante: Las “Cárceles”, La “Verna”, Gresccio, etc. que te invitaba a alabar a Dios y cantarle por sus maravillas.

No es de extrañar que San Francisco escogiera estos sitios para retirarse, la “hermana naturaleza” le hacía de templo... ella, por sí sola, habla de la existencia de Dios.

Pude experimentar que, no había que hacer un gran esfuerzo para ponerte en “contacto con Dios”. Es que me sentía rodeada, inmersa en Él... y vino a mi mente las palabras de San Pablo: “En el vivimos, nos movemos y existimos... ¡Qué verdad!

Fue muy impactante la Verna. La Capilla de las Llagas, donde en el suelo se encuentra en forma de “rombo” y resguardado por un cristal, una vela y un ramo de flores el sitio exacto de la estigmatización, el lugar del místico Calvario del “Pobrecillo de Asís”. El mensaje de este lugar, es claro: Para seguir a cristo, hay que seguir sus mismas “huellas”, pisar donde El pisó..., aceptar el dolor, la cruz, en una palabra, identificarse con Cristo como lo hizo Francisco... ¡Alter Christus!

En santa María de los Angeles, que lo visitamos varias veces, la vivencia fue profunda... la “pequeña Porciúncula” nos decía tantas cosas... por la noche participamos en el rosario y en la “procesión de las antorchas” que nos recordaba a Lourdes, Fátima...

En Greccio, celebramos la Eucaristía de Navidad... Cantamos “Villancicos”... la gente nos miraba como creyendo que habíamos perdido el sentido, pero nosotras éramos inmensamente felices en nuestra celebración.

Los Hermanos tienen un museo de Belenes de todo el mundo, de todas las lenguas y Culturas. Fue hermoso el poder visitarlo y disfrutar de ello.

Acabado el tiempo programado para nuestra ”peregrinación”, hicimos el viaje de regreso a Roma para tomar el avión que nos devolvería de nuevo a nuestro País.

Según nos íbamos alejando de Asís, parecía que algo muy nuestro se nos quedaba allí... Mirábamos por última vez aquellos amados lugares para que se fijaran bien en nuestra pupilas y que el tiempo no pudiera borrarlas jamás... Con nosotras nos traíamos el “Amor de Francisco y de Clara”, además de la ilusión y el compromiso de vivir con más radicalidad las exigencias evangélicas contenidas en las Reglas que ellos nos dejaron.

En alabanza de Cristo. Amén
Sor Mª Celina