La vida contemplativa es vida de oración, silencio, trabajo y penitencia, ofrecidos constantemente a Dios por la salvación del mundo entero. Actualmente, existen en el mundo alrededor de 3.520 conventos con unas 75.000 religiosas contemplativas.
Pero su fuerza y su fundamento está en el AMOR. AMOR con mayúscula, porque Dios es AMOR y sin Dios no hay AMOR y el amor sin Dios no es verdadero amor. La vida contemplativa es vida de AMOR, viene del AMOR y tiende a proyectarse en AMOR a todos los hombres. Por eso, podemos decir sin temor a equivocarnos que el AMOR (DIOS) es capaz de hacerlas las personas más felices del mundo.
La Iglesia misma ha reconocido su validez en el mundo actual y la sigue recomendando y confirmando en muchos de sus documentos como uno de los mejores caminos para llegar a la santidad, es decir al AMOR. Veamos lo que nos dice el Papa Juan Pablo II: "la opinión pública e, incluso, desgraciadamente a veces, muchos cristianos se ven tentados a considerar la vida contemplativa como una evasión de lo real, una actividad anacrónica e incluso inútil, pero lo que es locura a los ojos del mundo es sabiduría en el Espíritu Santo. No intentéis justificaros. Todo amor, desde el momento que es auténtico, lleva en sí mismo su justificación" (Lisieux , 2-Junio-80).
"La Iglesia sabe muy bien que vuestra vida silenciosa y apartada en la soledad del claustro es fermento de renovación y de presencia del Espíritu de Cristo en el mundo. Hoy vuestra vida tiene más importancia que nunca, vuestra consagración total es de plena actualidad en un mundo, que va perdiendo el sentido de lo divino ante la supervaloración de lo material; vosotras, queridas religiosas, comprometidas desde vuestros claustros, sed testigos del Señor para el mundo de hoy: infundid con vuestra oración un nuevo soplo de vida en la Iglesia y en el hombre actual" (A las religiosas contemplativas de Mexico).
Hoy día, como hace dos mil años, la vida contemplativa sigue teniendo sentido. No es algo superado. No son seres inútiles encerrados de por vida para no hacer nada por los demás. La oración es más valiosa al mundo que el trabajo material, además las religiosas se ganan la vida con el trabajo de sus manos. Siguen el lema de san Benito: "ora et labora", ora y trabaja. Y todo esto hecho en un clima de silencio y paz que ayuda al encuentro con Dios. Dios es amigo del silencio y debemos buscar a Dios en el silencio, buscar momentos para estar a solas con El, que es Amor para amarle con todo el corazón. Incluso, en el tráfago y ruido de nuestras ciudades modernas debemos hacer un pequeño desierto en nuestro corazón para olvidarnos de los que nos rodean y centrarnos en Dios que habita en los más intimo de nuestro ser. Ya decía san Agustín: Dios es más íntimo que los más íntimo de nosotros mismos y más superior que lo más supremo de nosotros mismos.
Que el silencio, la oración y el trabajo nos ayuden a encontrarnos con el Dios del AMOR. Son valores que nuestras hermanas contemplativas nos enseñan y que debemos pedir por intercesión de María, la mujer silenciosa y trabajadora, que vivió del AMOR y para el AMOR, en comunión permanente con Jesús.
Pero su fuerza y su fundamento está en el AMOR. AMOR con mayúscula, porque Dios es AMOR y sin Dios no hay AMOR y el amor sin Dios no es verdadero amor. La vida contemplativa es vida de AMOR, viene del AMOR y tiende a proyectarse en AMOR a todos los hombres. Por eso, podemos decir sin temor a equivocarnos que el AMOR (DIOS) es capaz de hacerlas las personas más felices del mundo.
La Iglesia misma ha reconocido su validez en el mundo actual y la sigue recomendando y confirmando en muchos de sus documentos como uno de los mejores caminos para llegar a la santidad, es decir al AMOR. Veamos lo que nos dice el Papa Juan Pablo II: "la opinión pública e, incluso, desgraciadamente a veces, muchos cristianos se ven tentados a considerar la vida contemplativa como una evasión de lo real, una actividad anacrónica e incluso inútil, pero lo que es locura a los ojos del mundo es sabiduría en el Espíritu Santo. No intentéis justificaros. Todo amor, desde el momento que es auténtico, lleva en sí mismo su justificación" (Lisieux , 2-Junio-80).
"La Iglesia sabe muy bien que vuestra vida silenciosa y apartada en la soledad del claustro es fermento de renovación y de presencia del Espíritu de Cristo en el mundo. Hoy vuestra vida tiene más importancia que nunca, vuestra consagración total es de plena actualidad en un mundo, que va perdiendo el sentido de lo divino ante la supervaloración de lo material; vosotras, queridas religiosas, comprometidas desde vuestros claustros, sed testigos del Señor para el mundo de hoy: infundid con vuestra oración un nuevo soplo de vida en la Iglesia y en el hombre actual" (A las religiosas contemplativas de Mexico).
Hoy día, como hace dos mil años, la vida contemplativa sigue teniendo sentido. No es algo superado. No son seres inútiles encerrados de por vida para no hacer nada por los demás. La oración es más valiosa al mundo que el trabajo material, además las religiosas se ganan la vida con el trabajo de sus manos. Siguen el lema de san Benito: "ora et labora", ora y trabaja. Y todo esto hecho en un clima de silencio y paz que ayuda al encuentro con Dios. Dios es amigo del silencio y debemos buscar a Dios en el silencio, buscar momentos para estar a solas con El, que es Amor para amarle con todo el corazón. Incluso, en el tráfago y ruido de nuestras ciudades modernas debemos hacer un pequeño desierto en nuestro corazón para olvidarnos de los que nos rodean y centrarnos en Dios que habita en los más intimo de nuestro ser. Ya decía san Agustín: Dios es más íntimo que los más íntimo de nosotros mismos y más superior que lo más supremo de nosotros mismos.
Que el silencio, la oración y el trabajo nos ayuden a encontrarnos con el Dios del AMOR. Son valores que nuestras hermanas contemplativas nos enseñan y que debemos pedir por intercesión de María, la mujer silenciosa y trabajadora, que vivió del AMOR y para el AMOR, en comunión permanente con Jesús.
Edita: Edelweiss