“No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el Reino”. Son palabras de Jesús a sus discípulos, a los de ayer y a los de hoy. Entonces y ahora los discípulos se inquietan por la vida, por el cuerpo, por el futuro, por la propia debilidad, por el poder del mundo que los amenaza. Para ellos, entonces y ahora son una evidencia las razones del temor, y son misterio los motivos de la esperanza.
“No temas, pequeño rebaño”, aunque camines por cañadas oscuras, no temas aunque sientas como un puñal en las entrañas la prueba de la fe. No temas verte semejante a tu Maestro y Señor en su hora, en su noche; no temas verte despreciado como él, ultrajado, ensuciado, perseguido, crucificado.
No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el Reino”. El Padre lo ha escondido en tu oscuridad, lo ha sembrado en ti, y aunque el sembrador duerma de noche, la semilla germina y va creciendo, y tu tierra, ella sola, va produciendo la cosecha que el Espíritu de Dios madura en ti para la siega.
Escuchando y creyendo comulgas la palabra de Dios, escuchando y creyendo comulgas el cuerpo de Cristo, el grano de mostaza, la más pequeña de las semillas, el Reino que se te da, para que Cristo crezca en ti, para que tú crezcas en él, para que seáis uno, para que en Cristo y en ti puedan encontrar cobijo los pobres de la tierra.
“No temas, pequeño rebaño”.
Feliz domingo.
Fr. Santiago Agrelo
Arzobispo de Tánger
Edita Edeoweiss