La fe del profeta nos regala palabras para acercarnos al misterio de Dios en nosotros: “Desbordo de gozo con el Señor y me alegro con mi Dios; porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como novia que se adorna con sus joyas”.
Considera, Iglesia amada del Señor, quiénes son los que dicen “desbordo de gozo con el Señor”, y verás que se trata de “la estirpe que bendijo el Señor”.
Y por qué dicen, “desbordo de gozo con el Señor”. Lo dicen porque la palabra del Señor anuncia “la buena noticia a los pobres”, porque Dios ha ungido a su enviado “para curar los corazones desgarrados, proclamar la amnistía a los cautivos, y a los prisioneros la libertad, para proclamar un año de gracia del Señor… para consolar a los afligidos, para dar a los afligidos de Sión una diadema en lugar de cenizas, perfume de fiesta en lugar de duelo, un vestido de alabanza en lugar de un espíritu abatido”.
Ahora empiezas a conocer nombres y rostros de “la estirpe que bendijo el Señor”: hombres y mujeres de corazón desgarrado, cautivos, prisioneros, los afligidos de Sión.
La fe lo intuía desde el primer momento: nuestro canto de entrada era el canto de María de Nazaret, la esclava del Señor, el canto de la mujer humillada, el canto de la mujer agraciada, el canto de la mujer redimida y embellecida de pureza inmaculada: “Desbordo de gozo con el Señor y me alegro con mi Dios; porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como novia que se adorna con sus joyas”.
No dejes, Iglesia redimida y santificada, no dejes de entrar hoy en el corazón de tu Madre para sondear los motivos de su gozo: Su Dios se ha fijado en la pequeñez de su esclava, su Dios ha hecho obras grandes por ella: La llenó de gracia, la llenó de su Espíritu, la llenó de su Hijo, la habitó enamorado de ella… la quiso concebida sin mancha de pecado, Inmaculada en su concepción, Inmaculada en el tiempo, Inmaculada para la eternidad.
A medida que te adentres en el misterio de tu Madre, estarás abriendo la puerta que conduce a tu propio misterio, pues tú eres comunidad de cautivos amnistiados, de prisioneros liberados, de pecadores perdonados, de afligidos consolados, de pequeños enaltecidos, de pobres amados, de hombres y mujeres que la gracia de Dios visitó, que el Espíritu de Dios penetró, que el Hijo de Dios redimió, sólo porque Dios nos amó y quiso habitar en nosotros por el amor.
Éstos son los motivos de tu gozo y de tu canto. Por eso puedes decir con tu Madre María y con todos los pobres del Señor: “Desbordo de gozo con el Señor y me alegro con mi Dios; porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como novia que se adorna con sus joyas”.
Tú, que has conocido como pobre el amor de tu Dios, no dejes de hacer presente ese amor entre los pobres: Les habrás abierto la puerta de la alegría, porque les habrás descubierto el mundo de la gracia. También ellos dirán entonces: “Desbordo de gozo con el Señor y me alegro con mi Dios; porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como novia que se adorna con sus joyas”.
Hoy viene a nosotros el Ungido, el Enviado, el Redentor, el Salvador. Hoy nos visita la fuente de la gracia, Cristo el Señor, hoy nos envuelve la belleza de Dios. Feliz día de la Inmaculada Concepción de la Virgen María.
Considera, Iglesia amada del Señor, quiénes son los que dicen “desbordo de gozo con el Señor”, y verás que se trata de “la estirpe que bendijo el Señor”.
Y por qué dicen, “desbordo de gozo con el Señor”. Lo dicen porque la palabra del Señor anuncia “la buena noticia a los pobres”, porque Dios ha ungido a su enviado “para curar los corazones desgarrados, proclamar la amnistía a los cautivos, y a los prisioneros la libertad, para proclamar un año de gracia del Señor… para consolar a los afligidos, para dar a los afligidos de Sión una diadema en lugar de cenizas, perfume de fiesta en lugar de duelo, un vestido de alabanza en lugar de un espíritu abatido”.
Ahora empiezas a conocer nombres y rostros de “la estirpe que bendijo el Señor”: hombres y mujeres de corazón desgarrado, cautivos, prisioneros, los afligidos de Sión.
La fe lo intuía desde el primer momento: nuestro canto de entrada era el canto de María de Nazaret, la esclava del Señor, el canto de la mujer humillada, el canto de la mujer agraciada, el canto de la mujer redimida y embellecida de pureza inmaculada: “Desbordo de gozo con el Señor y me alegro con mi Dios; porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como novia que se adorna con sus joyas”.
No dejes, Iglesia redimida y santificada, no dejes de entrar hoy en el corazón de tu Madre para sondear los motivos de su gozo: Su Dios se ha fijado en la pequeñez de su esclava, su Dios ha hecho obras grandes por ella: La llenó de gracia, la llenó de su Espíritu, la llenó de su Hijo, la habitó enamorado de ella… la quiso concebida sin mancha de pecado, Inmaculada en su concepción, Inmaculada en el tiempo, Inmaculada para la eternidad.
A medida que te adentres en el misterio de tu Madre, estarás abriendo la puerta que conduce a tu propio misterio, pues tú eres comunidad de cautivos amnistiados, de prisioneros liberados, de pecadores perdonados, de afligidos consolados, de pequeños enaltecidos, de pobres amados, de hombres y mujeres que la gracia de Dios visitó, que el Espíritu de Dios penetró, que el Hijo de Dios redimió, sólo porque Dios nos amó y quiso habitar en nosotros por el amor.
Éstos son los motivos de tu gozo y de tu canto. Por eso puedes decir con tu Madre María y con todos los pobres del Señor: “Desbordo de gozo con el Señor y me alegro con mi Dios; porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como novia que se adorna con sus joyas”.
Tú, que has conocido como pobre el amor de tu Dios, no dejes de hacer presente ese amor entre los pobres: Les habrás abierto la puerta de la alegría, porque les habrás descubierto el mundo de la gracia. También ellos dirán entonces: “Desbordo de gozo con el Señor y me alegro con mi Dios; porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como novia que se adorna con sus joyas”.
Hoy viene a nosotros el Ungido, el Enviado, el Redentor, el Salvador. Hoy nos visita la fuente de la gracia, Cristo el Señor, hoy nos envuelve la belleza de Dios. Feliz día de la Inmaculada Concepción de la Virgen María.
Fr. Santiago Agrelo Arzobispo de Tánger
Edita: Edelweiss