domingo, 26 de diciembre de 2010

SAN FRANCISCO Y LA NAVIDAD



Uno de los santos que más ha venerado la Navidad, ha sido sin duda San Francisco de Asís. El decía: “Desde el momento en que Cristo nació empezamos a ser salvados”.

La devoción de San Francisco por la fiesta de la Natividad de Cristo le venía, pues, ya desde los comienzos de su conversión, y era tan grande que solía decir: "Si pudiera hablar con el emperador Federico II, le suplicaría que firmase un decreto obligando a todas las autoridades de las ciudades y a los señores de los castillos y villas a hacer que en Navidad todos sus súbditos echaran trigo y otras semillas por los caminos, para que, en un día tan especial, todas las aves tuvieran algo que comer. Y también pediría, por respeto al Hijo de Dios, reclinado por su Madre en un pesebre, entre el asno y el buey, que se obligaran esa noche a dar abundante pienso a nuestros hermanos bueyes y asnos. Por último, rogaría que todos los pobres fuesen saciados por los ricos esa noche".

Una ocasión que el 25 de diciembre cayó en viernes, los hermanos, en su ignorancia, se preguntaban si había que ayunar o no. Entonces fray Morico, uno de los primeros compañeros, se lo planteó a San Francisco y obtuvo esta respuesta: "Cometes un pecado llamando 'día de Venus' (eso significa la palabra viernes) al día en que nos ha nacido el Niño. Ese día hasta las paredes deberían comer carne; y, si no pueden, habría que untarlas por fuera con ella". Su devoción era mayor que por las demás fiestas pues decía que, si bien la salvación la realizó el Señor en otras solemnidades –Semana Santa/Pascua–, ésta ya empezó con su nacimiento.

Sin embargo, lo más conocido de san Francisco con relación al nacimiento del Redentor fue la celebración de la nochebuena que escenificó en una cueva del monte, cerca del castillo de Greccio. Ya que en todo quería seguir las huellas de Cristo, de la manera más concreta posible, al encontrar una gruta cerca de la navidad, sintió un gran deseo de celebrar ahí la misa de Noche Buena, con los elementos que la tradición dice que estuvieron presentes en esa gloriosa noche. Y en la gruta armaron el pesebre, con el asno y el buey.

Mucha gente de los alrededores se dio cita con cirios y antorchas. Cuando Francisco proclama el Evangelio, y menciona al Niño Jesús… se relame los labios de la dulzura que esto le ocasiona. Una persona tuvo una visión, contempló que en el pesebre estaba un niño dormidito… y al acercarse Francisco, despertó lleno de alegría. Y no carece de sentido esta visión, puesto que el niño Jesús, sepultado en el olvido en muchos corazones, resucitó por su gracia, por medio de su siervo Francisco, y su imagen quedó grabada en los corazones enamorados.

Para San Francisco la Navidad también se actualizaba en cada Eucaristía, ya que ahí se hace presente en la hostia consagrada el Hijo de Dios hecho hombre. No esperemos hasta diciembre para celebrar la navidad. Celebrémosla en cada oportunidad que tengamos de asistir a Misa.

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sábado, 25 de diciembre de 2010

FELIZ NAVIDAD


A la vida de la Iglesia ha vuelto la celebración anual de la Navidad, evangelio de alegría, principio de un mundo nuevo, memoria entrañable de una locura.
El ángel lo anunció así: “No temáis, os traigo la buena noticia, la gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un salvador, el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”.
Admira la novedad. En esta noche, el Hijo de Dios, que por nosotros ha nacido, estrenó humanidad y necesidad, tiempo y fragilidad, pañales y pobreza, llanto y ternura. La Palabra, por la que todo fue hecho, hoy se hizo carne, que es como si dijésemos que estrenó nacimiento y madre y calor de regazo, pequeñez y debilidad, caminos y fronteras.
Pero no te quedes en la sola novedad de este nacimiento; enciende la luz de la fe y entra con ella en el misterio que celebras. Allí donde leíste que el Hijo de Dios estrenó lo que no era, puedes decir lo consagró, lo santificó, lo bendijo, pues consagración, santificación, bendición son regalo que el cielo ofreció en esta noche a la humanidad, a tu necesidad, a todo tiempo, a cada fragilidad.
Este Hijo que se nos ha dado, el salvador que nos ha nacido, al tomar nuestra condición y hacer que fuese de Dios lo que era sólo del hombre, hizo divino el llanto, puso dicha en la pobreza, y dejó redimido el dolor.
En esta noche, revelado el misterio de la Virgen madre, anulada la fuerza de la antigua maldición, vuelve a ser fecunda la virginidad y santa la maternidad. Hoy la bendición vuelve a empapar la tierra y a cubrir con su sombra la desnudez del hombre. Hoy vuelve a ser sabroso y abundante el pan, y de nuevo se abre para todos el camino que desde la muerte lleva al árbol de la vida.
En esta noche, Dios nace hijo de la tierra, y el hombre amanece hijo del cielo; la tierra estrena divinidad y gloria, belleza y santidad, paz que le viene de lo alto, y pan que el cielo ha preparado para que coman los hambrientos de justicia.
Dichosos los pobres, porque Dios se ha hecho pobre para darles su Reino. Dichosos los pecadores, porque ha nacido para ellos la misericordia, la gracia, el perdón, la justicia, la santificación. Dichosos los justos, pues con este nacimiento les llega la recompensa.
Lo dirás con verdad si lo dices con fe: ¡Feliz Navidad! Esta divina locura de una pobreza dichosa sólo se vive en el país de la fe, allí donde es posible espiar los sueños de Dios, subirse a una fantasía, y plantar un jardín de Edén en el desierto del corazón.
¡Feliz Navidad!

+ Fr. Santiago Agrelo
Arzobispo de Tánger
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viernes, 24 de diciembre de 2010

¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!



En esta Navidad, Jesús quiere nacer en nuestro hogares y convertirlos en Belén...
¡¡¡HAGAMOSLE SITIO!!!
El hombre soñaba con llegar hasta Dios. Ahora se cumple, pero por el camino contrario: no por el camino de Babel, sino de Belén. Es decir, no subiendo, sino bajando. No por el orgullo, sino por la humildad.

Dios y el hombre se encuentran, no a base de que el hombre suba, sino de que Dios baje... Si tú bajas y te vacias,

DIOS SE ACERCA MÁS...

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