sábado, 10 de enero de 2009

BENEDICTO XVI PREPARA SU PEREGRINACIÓN A TIERRA SANTA



Abriendo espacio a la paz, en medio de las amenazas.

Benedicto XVI, que debería peregrinar a Tierra Santa el próximo mes de mayo, ha implorado repetidamente paz para esa región en esta Navidad.

Durante la misa del Gallo de Nochebuena, en la Basílica de San Pedro del Vaticano, el pontífice dedicó un pasaje de su homilía al pueblo de Belén y al país "en el que Jesús ha vivido y que tanto ha amado".

"Roguemos para que allí se haga la paz --exhortó--. Que cesen el odio y la violencia. Que se abra el camino de la comprensión recíproca, se produzca una apertura de los corazones que abra las fronteras".

"Qué venga la paz que cantaron los ángeles en aquella noche", afirmó.

Al presentar su mensaje de Navidad a la prensa, su beatitud Fouad Twal, patriarca latino de Jerusalén, anunció la intención del Papa de visitar Jordania, Israel y los territorios palestinos el próximo mes de mayo.

El pontífice volvió a hablar de la tierra de Jesús durante su mensaje navideño, pronunciado ante los miles de peregrinos que llenaban la plaza de San Pedro.

"Que la luz divina de Belén se difunda en Tierra Santa, donde el horizonte parece volverse a oscurecer para israelíes y palestinos", afirmó.

Poco después felicitaba por la Navidad hablando tanto en árabe como hebreo.

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viernes, 9 de enero de 2009

EL PÁRROCO DE GAZA CONMUEVE UN ENCUENTRO ECUMÉNICO DE ORACIÓN POR LA PAZ



El testimonio de un párroco de Gaza provocó un escalofrío entre los participantes en el encuentro de oración por la justicia y la paz, celebrado el 4 de enero pasado, con el apoyo de los trece responsables de las Iglesias de Jerusalén.
Al llamamiento a la paz se unió ese mismo día Benedicto XVI al dirigir desde Roma la oración mariana del Ángelus.
El encuentro, celebrado en la iglesia de los dominicos de San Esteban de Jerusalén, congregó a cristianos palestinos y cristianos de lengua hebrea.
Después de una meditación dirigida por el patriarca latino emérito, su beatitud Michel Sabbah, se leyó en árabe un escalofriante mensaje del padre Manuel Musallam, párroco de la parroquia latina de Gaza.
"Desde el valle de las lágrimas, de Gaza bañada en su sangre, una sangre que ha sofocado la felicidad en el corazón de un millón y medio de habitantes, os dirijo estas palabras de fe y esperanza", comenzó diciendo, según el texto referido por la Custodia de Tierra Santa.
"No utilizaré la palabra 'amor', esa palabra se ha quedado atragantada incluso en nuestras gargantas de cristianos", reconoció.
El mensaje continuó con el relato de la muerte de Cristina, una joven de unos quince años, fallecida por una crisis cardiaca bajo los continuos bombardeos.
El ataque fue provocado por el frío de una casa cuyos techos y ventanas habían saltado por los aires, por el hambre, por la falta de sueño, y por el miedo.
El padre Manuel describe una situación dramática particularmente en los hospitales.
En la asamblea, mientras se leía su mensaje, algunos lloraban.
El mensaje del padre Manuel concluye con un canto que invoca la Paz del Señor. La asamblea recibió sus palabras encendiendo velas.
"En estas horas convulsas, no podemos hacer otra cosa que apoyarnos en la oración", declara el custodio de Tierra Santa, el sacerdote franciscano Pierbattista Pizzaballa.
Edita: Edelweiss

jueves, 8 de enero de 2009

EL PAPA INVITA A COMBATIR LA POBREZA INMORAL A TRAVÉS DE LA POBREZA EVANGÉLICA

Distingue entre la pobreza “elegida por Dios” y la pobreza “que Dios no quiere”.
El Papa exhortó hoy al mundo a combatir la pobreza “que ofende a la dignidad del hombre” a través de la sobriedad y la solidaridad, fruto de la pobreza evangélica que Jesús eligió al hacerse hombre, hoy durante la Misa la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios y Jornada Mundial de la Paz.
El Papa dedicó su intervención, en presencia del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, como es tradición en esta Jornada, a recordar su Mensaje con motivo de la Jornada Mundial de la Paz de este año, “Combatir la pobreza, construir la paz”.
En la homilía, explicó que existe una distinción entre una pobreza evangélica y una pobreza “que Dios no quiere”, e invitó a todos a combatir la segunda a través de la primera: “ Por una parte, la pobreza elegida y propuesta por Jesús, por otra la pobreza que hay que combatir para hacer al mundo más justo y solidario”.
Respecto a la primera, el Papa explicó que Jesús al hacerse hombre quiso ser también pobre: “El nacimiento de Jesús en Belén nos revela que Dios eligió la pobreza para sí mismo en su venida en medio de nosotros. El amor por nosotros ha empujado a Jesús no sólo a hacerse hombre, sino a hacerse pobre”, añadió.
Sin embargo, existe “una pobreza, una indigencia, que Dios no quiere y que hay que combatir”, afirmó; “una pobreza que impide a las personas y a las familias vivir según su dignidad; una pobreza que ofende a la justicia y a la igualdad y que, como tal, amenaza la convivencia pacífica”.
Esta pobreza, centro del mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de este año, no sólo es material, dijo, sino que “entran también las formas de pobreza no material que se encuentran incluso en las sociedades ricas o desarrolladas: marginación, miseria relacional, moral y espiritual”.
Esta pobreza a gran escala, que se refleja en “plagas difundidas como las enfermedades pandémicas, la pobreza de los niños y la crisis alimentaria”, y que el Papa relacionó con el fenómeno de la globalización, requiere que las naciones “mantengan alto el nivel de la solidaridad”.
Particularmente el Papa denunció la carrera armamentística que se está llevando a cabo en los últimos años, que definió como “inaceptable” y “contraria a los Derechos Humanos”.
Ante esta situación, afirma que la actual crisis económica supone “un banco de pruebas: ¿Estamos preparados para leerla, en su complejidad, como desafío para el futuro y no sólo como una emergencia a la que dar respuestas a corto plazo? ¿Estamos dispuestos a hacer juntos una revisión profunda del modelo de desarrollo dominante, para corregirlo de forma concertada y a largo plazo?”
“Lo exigen, en realidad, más aún que las dificultades financieras inmediatas, el estado de salud ecológica del planeta y, sobre todo, la crisis cultural y moral, cuyos síntomas son evidentes desde hace tiempo en todo el mundo”, añadió.
El Papa invitó a establecer un “círculo virtuoso” entre la pobreza “que elegir” y la pobreza “que combatir”: “para combatir la pobreza inicua, que oprime a tantos hombres y mujeres y amenaza la paz de todos, es necesario redescubrir la sobriedad y la solidaridad, como valores evangélicos y al mismo tiempo universales”, explicó.
“No se puede combatir eficazmente la miseria, si no se intenta 'hacer igualdad', reduciendo el desnivel entre quien derrocha lo superfluo y quien no tiene siquiera lo necesario”, afirmó.
Esta pobreza evangélica, que como voto está reservado sólo a algunos, recuerda a todos “la exigencia de no apegarse a los bienes materiales y el primado de las riquezas del espíritu”, explicó el pontífice.
“La pobreza del nacimiento de Cristo en Belén, además de objeto de adoración para los cristianos, es también escuela de vida para cada hombre. Ésta nos enseña que para combatir la miseria, tanto material como espiritual, el camino que recorrer es el de la solidaridad, que ha empujado a Jesús a compartir nuestra condición humana”, concluyó.
Por último, el Papa explicó que el mundo nuevo traído por Cristo consiste en “una revolución pacífica”, “no ideológica, sino espiritual, no utópica sino real, y por esto necesitada de infinita paciencia, de tiempos quizás larguísimos, evitando toda ruptura y recorriendo el camino más difícil: la vía de la maduración de la responsabilidad en las conciencias”.
“Esta es la vía evangélica a la paz, el camino que también el Obispo de Roma está llamado a recorrer con constancia cada vez que prepara el anual Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz”, añadió.

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martes, 6 de enero de 2009

QUERIDOS REYES MAGOS, ¡FELIZ VIAJE!



Queridos Reyes Magos ¡Feliz fin de viaje!

¡El día de encontrar lo que están buscando ha llegado. ¡Han encontrado al Salvador!

Queridos Reyes Magos: Se muy bien que desde que han visto la estrella aparecer en el firmamento y después de consultar sus mapas de astronómicos, y sobre todo sondear su corazón, se han puesto en camino con gran docilidad para ir al encuentro del Rey hecho niño, del Salvador del Mundo.


Y llevan sus regalos, que han elegido de una manera extraordinaria, Oro, Incienso, y Mirra; porque lo reconocen como Rey, como Dios, y como hombre. Y se han puesto en camino dejándose guiar por aquella estrella, que solo se deja ver por las noches… y les va marcando el rumbo y les va orientando sus pasos.
Y ustedes con gran alegría, venciendo el cansancio y la sed de tanto caminar, el calor y el frío del desierto, han continuado su camino y están por llegar. También venciendo innumerables dificultades, como los engaños de Herodes, que sabiamente han podido burlar, siendo obedientes al ángel.
Estamos celebrando el día de la Manifestación del Señor… así que ¡ánimo! El día de encontrar lo que están buscando ha llegado.

Gracias por su fidelidad, por su obediencia, y por esos regalos que llevan en sus manos. Pero más agradezco el signo que nos regalan a toda la humanidad de que la salvación es para todos los pueblos.

Desde que ha empezado el tiempo de Adviento, he pensado en ustedes, y en la carta que habría de escribirles para pedirles, como lo hice cuando era niño, algunos regalos. Pero el tiempo se ha pasado tan rápido, entre posadas, la Fiesta de Navidad, Fin de año, Fiesta de Nuestra Santísima Madre… que es hasta este momento en la solemnidad de su venida que les escribo mi carta. De todas maneras tengo la confianza que les llegará a tiempo porque le pediré a mi Ángel de la Guarda que se las haga llegar en forma prioritaria.

Les pido, con humildad que me compartan:
La sencillez para saber distinguir en los signos de los tiempos la presencia de la Buena Noticia, para saber observar desde la fe todas la realidades tanto de la tierra como del cielo.

Que puedan compartir conmigo la docilidad a las divinas inspiraciones del alma, y seguir el camino que me marque la estrella. A ustedes los ha guiado una estrella en el cielo, para mi esa estrella que me lleva a Jesús es María, por eso pido tener esa docilidad de ustedes para saber descubrirla en todo momento, para no perder el rumbo que conduce al Salvador de todas las naciones, al Rey de todos los Pueblos.

Valentía para hacerme al camino, para saber dejarlo todo y lanzarme a la aventura de un camino, a desinstalarme con frecuencia para vivir de la fe y no de la seguridad de mis reinos, de mis posesiones. Confiar que, dejando todo, es la única forma de encontrar El Todo.
Obediencia a las guías que tengo en el camino, obediencia a lo que se cree, a lo que se espera, a lo que se ama. Obediencia humilde a las inspiraciones y a los ángeles, especialmente a mi Ángel de la Guarda, para que no pierda el camino, y tenga la alegría de que todo se me ha dado como regalo, confiando y dependiendo totalmente en Aquel que me ha llamado a un encuentro.

Alegría de un encuentro, del encuentro que más se desea: encontrarse con Dios, por eso ese encuentro es una Celebración. Porque es el encuentro de la criatura con su Creador, alegría de encuentro porque es la manifestación de Dios hecho hombre como Dios, como Rey, y como hombre. Quiero, tener esa alegría de encuentro que para mi se realiza en cada Eucaristía, en cada sacramento, en cada encuentro con el más necesitado. Alegría de encuentro, que es una gran celebración, porque cuando el encuentro esta tocado por el amor solo puede ser celebrativo, y toda nuestra vida es encuentro y toda nuestra vida es celebración si lo vivimos en la dimensión del amor.

Abusando de su generosidad, pido la paciencia para seguir en el camino, para que el cansancio no me haga desistir, para que las dificultades no resten el ánimo, para que los obstáculos del camino solo sean oportunidades de crecimiento, que sean retos que me permitan crecer como persona, como cristiano, como discípulo del Maestro.
Que no pierda la esperanza del encuentro, que no pierda la esperanza que la promesa se hará realidad. Que no pierda la esperanza que en el camino no se anda solo, que ángeles, estrellas y hermanos caminamos juntos. Tener siempre y cada día, la esperanza de que es posible vivir la caridad entre los hermanos que caminamos en comunidad como lo hicieron ustedes, que se acompañaron hasta el final.
Todo lo anterior no lo pido solo para mi, lo pido para poder compartirlo con todos mis hermanos, quiero descubrir en cada hermano a Cristo, quiero descubrirlo especialmente en los más pobres, en los más necesitados, los enfermos, los encarcelados, los que están solos o se sienten solos; quiero reconocer al Rey en aquellos que llevan con humildad la cruz de cada día, en los que se esfuerzan por dar testimonio del amor, en las personas que perdonan y aquellos que se niegan a recibir el perdón, recocerlo en los amigos y también en los enemigos.
Quiero compartir todo lo que les he pedido con todos aquellos que se acerquen a mi vida, y quiero ser yo el que se ponga en camino hacía el encuentro. Me gustaría, ser el primero que tienda un puente por donde el otro se pueda acercar a mi, y por donde yo me pueda acercar a él.
Todo lo que les he pedido, también se los pido para todos mis amigos, familiares y benefactores… para que todos seamos instrumentos de paz. Para que todos busquemos el reino de Dios, sabiendo que si Dios reina en nuestros corazones, reinará en nuestras familias, en nuestras comunidades, en nuestras ciudades, y en nuestras naciones.
Les deseo a ustedes queridos Reyes Magos, feliz fin de viaje. Y me despido agradecido por la ilusión que guardaron en mi cuando era un niño.
Gracias porque un día los espere con la ilusión de niño y hoy los puedo esperar con la ilusión de sacerdote. Con afecto, en el Señor que buscamos y que encontramos en la Eucaristía.

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LOS REYES MAGOS, LOS MISIONEROS DE LA NAVIDAD


El ciclo navideño se encamina ya hacia su prolongación y final con la fiesta de la Epifanía. El martes 6 de enero, solemnidad de la Epifanía, el entrañable y popular día de los Reyes Magos, es, sí, la culminación de la Navidad: Jesucristo nace para ser luz de las gentes. Navidad y su prolongación con la Epifanía es, sí, tiempo y urgencia inexcusables para la misión evangelizadora y el anuncio de Jesucristo.
Precisamente desde estos presupuestos, la Iglesia católica en España dedica el día 6 de enero a la jornada eclesial en favor de los catequistas nativos y del Instituto Español de Misiones Extranjeras (IEME). "Como Pablo a los nuevos campos de misión" es su lema.

Y ejemplo y modelo de esta actitud misionera son los Magos de Oriente. De ellos apenas sabemos algo, aunque sí lo suficiente. Que eran de Oriente y que miraban y observaban los cielos esperando y escrutando los signos de Dios. Y que vieron salir una estrella que brillaba con especial fulgor y resplandor. Y fueron siguiendo su rastro. Era la estrella que anunciaba el nacimiento del Rey de los Judíos. Se entrevistaron con Herodes como gesto de cortesía y éste quiso engañarlos. Continuaron su camino hasta que la estrella se posó encima de donde estaba el niño. "Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo para que no volvieran a Herodes se marcharon a su tierra por otro camino".
Este "personaje" navideño de los Magos está lleno de simbolismo y de interpelación sobre el sentido y el reto de la Navidad: la atenta observación y escucha de los signos de Dios y de los hombres, la búsqueda de la verdad y del saber ponerse en camino, la perseverancia hasta llegar a la meta, los sentimientos y actitudes de alegría, de adoración y de ofrenda ante Dios y el regresar por otro lado, por otro camino -es decir transformados- después del encuentro con el Señor. En los Magos y con los Magos se completa la gran Manifestación de Dios, que es luz para todos los hombres: los pastores en la Natividad, los magos en la Epifanía, los de cerca y de lejos, los pobres e ignorantes y los poderosos y sabios. Para todos y por todos nace Dios.
Buena preparación a la fiesta de la Epifanía, buen día de Reyes, buen día de la Epifanía del Señor, que nos llama a ser discípulos y testigos suyos en la misión nuestra de cada día.



Edita: Edelweiss

lunes, 5 de enero de 2009

LOS REYES MAGOS



“Epifanía” es una palabra griega que significa, literalmente, “manifestación, revelación”. Celebra, ni más ni menos, la “manifestación” del Hijo de Dios al mundo, su revelación a los pueblos gentiles, representados en los Reyes Magos.

El día de Reyes es, tradicionalmente, un día de alegría, de luz, de fiesta. Es el día de los regalos. Todos guardamos vivencias entrañables de nuestra infancia. Decir “día de Reyes” equivale a poner en marcha toda la fantasía infantil para soñar cosas maravillosas: los tres Reyes Magos, con espléndidas caravanas y rico séquito, procedentes de Oriente, cargados de regalos para todos los niños del mundo. Sus Majestades reales –que la tradición llama Melchor, Gaspar y Baltasar—vienen de las lejanas tierras de Arabia, Persia y Mesopotamia, montados en camellos y dromedarios, trayendo al Niño Dios exóticos regalos.

Diríamos que en este día se mezclan los sueños, la poesía, el folklore, la religiosidad y la leyenda. Y, aunque el Evangelio de san Mateo nos ofrece elementos interesantes, basados en la literatura profética de Isaías y en la tradición mesiánica del pueblo judío, con cierto aire escatológico, en realidad no sabemos exactamente cómo sucedieron las cosas. Aún hoy en día discuten los teólogos y los exegetas para interpretar el prodigioso suceso de la Epifanía: el misterio inaudito de la estrella, los magos que siguen señales celestes, los espléndidos regalos, etc.

Pero dejemos nosotros a un lado las complicaciones hermenéuticas de los eruditos para centrarnos, con sencillez, en lo esencial del misterio. Estos Reyes Magos tienen muchísimas cosas que enseñarnos, sobre todo al hombre moderno, tan contaminado de racionalismo, pragmatismo y materialismo. El hombre de hoy exige argumentos palpables, empíricamente cuantificables y “seguros” para poder dar un paso hacia adelante, sobre todo cuando se ven comprometidas sus decisiones vitales.

Pero estos personajes de Oriente, sin haber recibido el don de la fe monoteísta del Pueblo elegido ni la esperanza en un Mesías Salvador como lo entendía Israel, sin pruebas contundentes y científicamente verificables, se ponen en marcha hacia lo desconocido, siguiendo la luz de una estrella. Para la mentalidad del mundo, esos hombres serían unos pobres ilusos, unos simples “soñadores” o unos aventureros a ultranza. Sin embargo, ellos seguían la estrella de una fe, en la que descubrían mucho más que un dato astrológico; para ellos, ése era un lenguaje divino, un signo trascendente que hablaba directamente a sus corazones y los invitaba a buscar a ese “Rey” de los judíos, que ellos intuían como el Mesías esperado de los pueblos. Seguramente conocían las Escrituras y en esa señal del cielo descubrieron la voz misma de Dios que los llamaba a buscarlo.

¿Cuántos de nosotros somos capaces de descubrir en una “estrella” –que pueden ser las mil circunstancias de cada día: un encuentro, una noticia alegre o desagradable, una enfermedad, etc.— a través de la cual nos habla Dios nuestro Señor y nos revela su voluntad santísima sobre nosotros? ¿Y cuántos tenemos el valor de seguir esa estrella, aunque eso nos exija romper nuestras seguridades demasiado “humanas” y terrenas, confiar en la voz de Dios y ponernos en camino –como los Reyes Magos, como Abraham, como la Santísima Virgen— “hacia el lugar que Él nos mostrará”? ¿Por qué no dejarnos guiar, también nosotros, por esa “estrella” de la fe? ¡Ojalá que también nosotros tengamos el valor de seguir la estrella que Dios nos manda!

Pero, ¡atención!, porque esa estrella puede también ocultársenos de cuando en cuando, como les pasó a los Magos. Y es entonces cuando necesitamos de una fe todavía más grande y fuerte para seguir caminando, a oscuras; es decir, aunque no vemos ya casi nada, aunque no sepamos por dónde nos conduce Dios, aunque no comprendemos por qué nos trata de una manera o de otra –por ejemplo, cuando permite un gran sufrimiento moral, una desgracia personal o la enfermedad de un ser querido—. A veces no vemos la estrella. Pero es preciso seguir confiando.

Ella sigue allí, arriba, en el cielo, aunque de momento no la veamos. Ya reaparecerá. Es la seguridad de Dios la que ha de impulsarnos a continuar hacia adelante, hasta llegar al lugar en donde se encuentra el Niño Dios junto con su Madre santísima y san José.

Pero también en este momento necesitamos la fe, para descubrir en ese Bebé recién nacido al Hijo de Dios, encarnado para redimirnos. No pensemos en un Mesías poderoso, en un palacio adornado de oro y marfil, rodeado por miles de servidores… No. Es un Mesías pequeñito, humilde, pobre, indefenso. ¡Y ése es Dios! También se requiere la fe para descubrir a Dios en las cosas pequeñas, en un niño pobre, en un mendigo, en un hombre que sufre, en un borrachito, en una pobre prostituta… Dios se esconde entre esas pajas humanas y es su modo de actuar, tan inaudito e insospechado para nuestra mente humana.

Y, una vez ya en la gruta de Belén, postrémonos ante el Niño Dios para adorarle y ofrecerle nuestros regalos, como los Reyes Magos. Ellos le ofrecieron: oro, el regalo propio de los reyes; incienso, oferta tributada sólo a Dios; y mirra, don ofrecido al Hombre verdadero. Ellos le llevaron el regalo más preciado de su tierra de origen. También nosotros ofrezcámosle al Niño lo mejor de nuestra alma: el oro de nuestro amor, de nuestra fe y confianza en Él; el incienso de nuestra piedad y adoración; la mirra de nuestra obediencia y humildad.

¿Qué les vas a regalar hoy al Niño Jesús? ¿Cuál va a ser tu oro, tu incienso y tu mirra?

Edita: Edelweiss