domingo, 15 de mayo de 2011

800 AÑOS DE LA CONSAGRACION DE CLARA DE ASÍS AL SEÑOR Y NACIMIENTO DE LAS HERMANAS POBRES DE SANTA CLARA







Celebración de la Apertura del Año Jubilar en Santa Clara de Zafra (Badajoz)


Aunque la Comunidad ya lo había celebrado privadamente el Domingo de Ramos, introduciendo en la Liturgia lo que se permitía, el día 8 de Mayo tuvimos la apertura de la Celebración –de cara al público- del VIII Centenario de la Consagración de Santa Clara, el nacimiento de la Orden de las Hermanas Pobres de Santa Clara.
Tras muchas horas de ensayo, reuniones del Equipo de Liturgia, etc. a las 20h daba comienzo la procesión que precedía a la Eucaristía, saliendo desde la sacristía y entrando por la puerta principal de la Iglesia.
Iba en primer lugar, el estandarte de la Orden Franciscana Seglar, portado por uno de sus miembros; seguido, el Cristo de San Damián, llevado por la postulante y la reliquia de nuestra Madre Santa Clara portada poruna hermana. Le acompañan las Hermanas Franciscanas seglares y seguido, las hermanas de Comunidad y nuestro hermano franciscano Fr. Manuel Muñoz García que precedía la Eucaristía, junto con Dn Pedro García Carvajal que concelebró con él. La Iglesia estaba abarrotada de numeroso público que se unía a nuestra alegría y acción de gracias al Señor por este evento tan importante para nosotras.
En la Homilía, Fr. Manuel resalto el nacimiento de un carisma singular para la Iglesia, surgido como “don del Espíritu Santo, para mejorar la calidad de la fe cristiana de la Iglesia. Explicó también nuestro hermano, cómo la misma llamada unía a Francisco y a Clara, y, como ella echó “leña al fuego” para que la familia franciscana llegara a ser una realidad. Hizo alusión al Evangelio diciendo que, tanto Francisco como Clara, encontraron a Jesús en el camino de sus vidas (como los dos de Emaús).
Terminó haciendo reflexionar a la gente, sobre la gracia que una Comunidad de Clarisas supone para el pueblo... e invitándonos a nosotras a renovar el compromiso vocacional que hemos recibido.
En la procesión de ofrendas en las que participaron las hermanas de las dos Órdenes, además del Pan y el Vino, se presentaron incienso, vela, la Regla y flores.
Terminada la Eucaristía, se procedió a besar la Reliquia de nuestra Madre y el Cristo de San Damián por el numeroso público.
Al día siguiente, lunes, culminamos la celebración compartiendo la mañana y la comida con la fraternidad de nuestros hermanos de Mérida, en un ambiente entrañable donde intercambiamos impresiones, entre alegres diálogos, donde se percibían la sencillez, entrega y minoridad que el Espíritu Santo nos ha regalado.
A continuación de la comida, volvimos a la sala de labor para bendecir la Imagen del Sagrado Corazón de Jesús, con una sencilla celebración, quedando entronizada...

En alabanza de Cristo. Amén













Edita: Edelweiss